Con el auge de las herramientas de IA generativa, muchos centros educativos reestructuran cursos y toman medidas preventivas ante la posibilidad de plagios masivos.


Por Kalley Huang
Kalley Huang, que cubre temas de tecnología y jóvenes en San Francisco, entrevistó a más de 30 profesores, estudiantes y administradores universitarios para esta nota.
18 de enero de 2023. https://www.nytimes.com/es/2023/01/18/espanol/chatgpt-
El mes pasado, mientras calificaba ensayos de su curso de religiones del mundo, Antony Aumann, profesor de Filosofía de la Universidad del Norte de Míchigan, leyó uno que, según él, era sin duda “el mejor ensayo de la clase”. Exploraba la moralidad de la prohibición de las burkas con párrafos limpios, ejemplos adecuados y argumentos rigurosos.
Al instante, una señal de alarma se encendió en su cabeza.
Aumann confrontó a su alumno para saber si había escrito el ensayo. El estudiante confesó haber utilizado ChatGPT, un bot conversacional que da información, explica conceptos y genera ideas en frases sencillas… y, en este caso, había escrito el trabajo.
A Aumann lo alarmó su descubrimiento, por lo que decidió transformar la redacción de ensayos para sus cursos de este semestre. Planea exigirles que escriban los primeros borradores en el salón de clase, utilizando navegadores que monitoreen y restrinjan la actividad de la computadora. En los borradores posteriores, los alumnos tendrán que explicar cada corrección. Aumann, quien tal vez deje de pedir un ensayo en los próximos semestres, también planea integrar ChatGPT en las clases en las que les pedirá a los alumnos que evalúen las respuestas del bot conversacional.
“En las clases, la dinámica ya no será así: ‘Aquí hay algunas preguntas y vamos a hablar del tema entre nosotros como seres humanos’”, comentó, sino que “será así: ‘¿Qué piensa también este robot alienígena?’”.
En todo el país, profesores universitarios como Aumann, directores de departamento y administradores están empezando a reformar las clases en respuesta a ChatGPT, lo cual podría provocar un enorme cambio en la enseñanza y el aprendizaje. Algunos profesores están rediseñando por completo sus cursos, realizando cambios como más exámenes orales, trabajos en grupo y evaluaciones manuscritas en vez de tecleadas.

Las iniciativas forman parte de una lucha en tiempo real contra una nueva ola tecnológica conocida como inteligencia artificial generativa. ChatGPT, que fue lanzado en noviembre por el laboratorio de inteligencia artificial OpenAI, está a la vanguardia de este cambio. En respuesta a instrucciones breves, el bot conversacional genera textos tan articulados y llenos de matices que dan escalofríos y la gente lo utiliza para escribir cartas de amor, poesía, fanficción… y sus tareas de la escuela.
Esto ha trastocado de forma dramática algunas escuelas secundarias y bachilleratos, donde los maestros y administradores intentan discernir si los alumnos utilizan el bot conversacional para hacer sus tareas. Desde entonces, algunos sistemas de escuelas públicas, como los de Nueva York y Seattle, han prohibido la herramienta en las redes wifi y los dispositivos de las escuelas para evitar las trampas, aunque los estudiantes pueden encontrar métodos alternativos para acceder a ChatGPT con facilidad.
En la enseñanza superior, los institutos y las universidades no han prohibido la herramienta de inteligencia artificial porque los administradores dudan de la eficacia de esa maniobra y no quieren transgredir la libertad académica. Al contrario, esto significa que la forma de enseñar está cambiando.
“Intentamos instituir políticas generales que sin duda respaldan la autoridad del miembro de la facultad para dar una clase”, en vez de enfocarse en métodos específicos para hacer trampa, mencionó Joe Glover, rector de la Universidad de Florida. “No va a ser la última innovación con la que tengamos que lidiar”.
Sobre todo, porque la inteligencia artificial generativa está en sus primeros días. Se espera que OpenAI lance pronto otra herramienta, GPT-4, la cual genera mejores textos que las versiones anteriores. Google creó LaMDA, un bot conversacional rival, y Microsoft está considerando una inversión de 10.000 millones de dólares en OpenAI. Otras empresas de Silicon Valley, como Stability AI y Character.AI, también trabajan en herramientas de inteligencia artificial generativa.
Un vocero de OpenAI dijo que el laboratorio reconocía que sus programas podían utilizarse para engañar a la gente y que estaba desarrollando tecnología para ayudar a que las personas identifiquen los textos generados por medio de ChatGPT.
Editors’ Picks
Review: In Central Park, ‘The Tempest’ Sings Farewell to Magic‘The Equalizer 3’ Review: Brood, Kill, Sip a Cup of Tea, Repeat‘One Piece’ Review: Netflix Tries to Translate the Anime Magic (Again)
En muchas universidades, ahora ChatGPT ha llegado a la cima de la agenda. Los administradores están creando grupos de trabajo y organizando debates para responder a la herramienta, donde gran parte de la orientación se ha enfocado en la adaptación de esa tecnología.

En escuelas como la Universidad George Washington de Washington D. C., la Universidad Rutgers de New Brunswick, Nueva Jersey, y la Universidad Estatal de los Apalaches en Boone, Carolina del Norte, los profesores están eliminando poco a poco las tareas en casa y a libro abierto, que se convirtieron en un método dominante de evaluación en la pandemia, pero que ahora parecen vulnerables frente a los bots conversacionales. En su lugar, están optando por las tareas en clase, los ensayos escritos a mano, el trabajo grupal y los exámenes orales.
Se acabaron las instrucciones del tipo “escribe cinco páginas sobre esto o aquello”. En su lugar, algunos profesores elaboran preguntas que esperan sean demasiado ingeniosas para los bot conversacionales y les piden a los alumnos que escriban sobre sus propias vidas y los eventos actuales.
Los estudiantes están “plagiando porque las tareas pueden ser plagiadas”, dijo Sid Dobrin, presidente del departamento de inglés de la Universidad de Florida.
Frederick Luis Aldama, catedrático de humanidades de la Universidad de Texas en Austin, dijo que planeaba enseñar textos más nuevos o especializados sobre los que ChatGPT podría tener menos información, como los primeros sonetos de William Shakespeare en vez de El sueño de una noche de verano.