Cómo las cadenas de suministro deben adaptarse a un panorama global cambiante

Por Kristian Hong, Socio y responsable de operaciones estratégicas y desempeño para las Américas , Kearney 24 de junio de 2025, World Economic Forum.

Las cadenas de suministro deben evolucionar para seguir siendo competitivas en un mundo fragmentado.

Las cadenas de suministro deben evolucionar para seguir siendo competitivas en un mundo fragmentado.

Nuestro impacto

¿Qué está haciendo el Foro Económico Mundial para acelerar la acción en materia de cadenas de suministro y transporte?

Este artículo es parte de: Reunión Anual de los Nuevos Campeones

  • A medida que las tensiones geopolíticas y la incertidumbre económica remodelan el panorama global, las cadenas de suministro deben evolucionar para seguir siendo competitivas en un mundo fragmentado.
  • Para prosperar en medio de la disrupción, las organizaciones deben construir redes de suministro adaptables y habilitadas digitalmente que prioricen la diversificación, la agilidad y la preparación estratégica a largo plazo.
  • El Foro Económico Mundial y Kearney presentan cuatro perspectivas globales plausibles para el futuro de las cadenas de suministro, cada una con distintas implicaciones para el comercio, la regulación y la resiliencia.

A medida que se acerca el año 2025, las dinámicas comerciales cambiantes y las tensiones geopolíticas están transformando el orden global y, con él, las cadenas de suministro. En medio de la incertidumbre, los líderes empresariales y los inversores se mantienen a la expectativa. Esto retrasa los compromisos estratégicos y las inversiones de capital, lo que podría afectar la innovación. Sin embargo, la incertidumbre prolongada no debería paralizarnos a la hora de tomar decisiones. Si bien la claridad sobre las trayectorias geopolíticas y económicas sigue siendo difícil de alcanzar, las empresas deben actuar para mantener las cadenas de suministro en movimiento.

¿Cómo pueden las organizaciones tomar decisiones estratégicas sobre la cadena de suministro en medio de la incertidumbre y estar preparadas para adaptarse y ejecutar cuando surja la claridad?

En este artículo, el Foro Económico Mundial y Kearney exploran cuatro perspectivas globales plausibles que podrían desarrollarse simultáneamente. Cada una presenta entornos operativos distintos para las cadenas de suministro. El objetivo es identificar prioridades comunes donde las acciones a corto plazo puedan mejorar la resiliencia y el rendimiento, independientemente de las perspectivas.

Se perfilan cuatro perspectivas, impulsadas por dos fuerzas globales: la fragmentación geopolítica y la convergencia económica global (véase la figura). Si bien es probable que haya divergencias y desajustes entre regiones, un orden global cohesionado sigue siendo improbable a corto plazo. Instituciones como el FMI, la OCDE y la ONU prevén continuos obstáculos para el crecimiento en medio de la creciente incertidumbre mundial. Esto frenará la planificación estratégica y la inversión. Ante esta situación, debemos adoptar una perspectiva práctica para definir perspectivas futuras que reflejen la dinámica del mundo real.

Cuatro perspectivas plausibles: 2025-2027. Fragmentación geopolítica (eje X): Refleja cómo las naciones cooperan o compiten en diplomacia, comercio e instituciones globales. Un mundo multipolar mantiene la fragmentación entre alta y moderada, ya que las naciones priorizan la eficiencia frente a la soberanía en las cadenas de suministro críticas y las prioridades nacionales. Convergencia económica global (eje Y): Mide si las economías se alinean hacia un crecimiento estable y sincronizado o divergen debido a la volatilidad y las asimetrías políticas. Los cambios continuos hacia políticas nacionales, como la Ley CHIPS, indican una aceleración de la transición hacia la autosuficiencia económica y la recalibración de las cadenas de suministro globales.

Cuatro perspectivas plausibles: 2025-2027. Fragmentación geopolítica (eje X): Refleja cómo las naciones cooperan o compiten en diplomacia, comercio e instituciones globales. Un mundo multipolar mantiene la fragmentación entre alta y moderada, ya que las naciones priorizan la eficiencia frente a la soberanía en las cadenas de suministro críticas y las prioridades nacionales. Convergencia económica global (eje Y): Mide si las economías se alinean hacia un crecimiento estable y sincronizado o divergen debido a la volatilidad y las asimetrías políticas. Los cambios continuos hacia políticas nacionales, como la Ley CHIPS, indican una aceleración de la transición hacia la autosuficiencia económica y la recalibración de las cadenas de suministro globales.

Cada perspectiva presenta condiciones distintas que redefinen el modo en que las cadenas de suministro globales afrontan los desafíos regulatorios, tecnológicos y de resiliencia.

Perspectiva 1: Reformadas: las cadenas de suministro se reequilibran en un mundo multilateral basado en normas

La estabilización del orden basado en normas recalibra las cadenas de suministro globales. Los acuerdos comerciales entre EE. UU., la UE, India y las principales economías asiáticas, junto con una disminución de las fricciones entre EE. UU. y China, facilitan la convergencia regulatoria, reducen la incertidumbre arancelaria y apoyan la cooperación selectiva ante desafíos globales como el clima y la salud pública.

Los gobiernos definen marcos para la digitalización, la sostenibilidad y la resiliencia de las infraestructuras. Las empresas aceleran las inversiones en digitalización, automatización y plataformas ciberseguras para permitir la visibilidad en tiempo real y compensar los costos de la localización de la producción. Los programas de capacitación de la fuerza laboral facilitan la gestión de sistemas de última generación.

Las fronteras entre el sector público y el privado se difuminan cada vez más. La coordinación de políticas industriales, la financiación de la I+D y las reformas migratorias influyen cada vez más en las decisiones del sector privado. Muchas empresas esperan señales políticas más claras antes de invertir, especialmente en áreas como la transición energética, la gobernanza de datos y el acceso a los recursos.

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Perspectiva 2: Fragmentada: las cadenas de suministro se escalan selectivamente en medio de bloques en competencia y divergencia regulatoria.

La fragmentación global se profundiza a medida que se expanden las políticas industriales y aumentan las medidas proteccionistas, especialmente en Estados Unidos, China y la UE. Este enfoque en las prioridades nacionales alimenta sentimientos aislacionistas, debilitando las alianzas y limitando los programas de ayuda externa. Los países interactúan en términos más económicos que de confianza.

Las cadenas de suministro se reconfiguran en torno a asociaciones cambiantes y esferas de influencia en pugna. Occidente busca la relocalización y la seguridad de la infraestructura digital. Los bloques económicos emergentes del Sur Global compiten por influencia ofreciendo tecnologías alternativas y paquetes de financiación. El nacionalismo de los recursos y los acuerdos bilaterales opacos aumentan la volatilidad y los costes de los insumos, obligando a las empresas a localizarse, a cubrirse mediante redes de suministro redundantes o a acumular recursos críticos.

La fragmentación regulatoria en materia de clima, tecnología y gobernanza de datos intensifica la complejidad operativa, ya que las empresas se enfrentan a estándares superpuestos y normas incompatibles en regiones competidoras. Las estrategias laborales se aíslan, lo que limita la movilidad y profundiza la disparidad de competencias. Los informes ESG se vuelven hiperlocales, rigurosos en algunos bloques y diluidos en otros para atraer inversiones.

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Perspectiva 3: Volátil: las cadenas de suministro se adaptan para resistir en un mundo de crecimiento desigual y tensiones atenuadas

Mientras las tensiones geopolíticas se moderan, la volatilidad de las alianzas económicas introduce un nuevo tipo de inestabilidad. Las trayectorias de crecimiento se bifurcan, los patrones de inflación divergen y los flujos de capital se mantienen erráticos, lo que complica la planificación de la cadena de suministro global. Regiones que antes estaban estrechamente integradas comienzan a desacoplarse económicamente. Algunas economías atraen oleadas de capital, lo que impulsa la rápida adopción de tecnología y la modernización de infraestructuras. Otras se enfrentan a picos de inflación, volatilidad cambiaria o restricciones de deuda, lo que limita su capacidad para modernizar o mantener la fiabilidad de la cadena de suministro.

Los corredores comerciales permanecen abiertos, pero la débil coordinación fiscal y el aumento de las tasas de interés retrasan las mejoras de infraestructura, la armonización aduanera y la transición energética. La adopción de tecnología se vuelve cada vez más desigual a medida que las regiones con madurez digital se automatizan agresivamente, mientras que las economías descapitalizadas luchan por reemplazar los sistemas heredados. Esto crea cuellos de botella persistentes, puntos ciegos en la cadena de suministro y una mayor exposición a la ciberseguridad.

Las organizaciones se vuelven cautelosas, retrasando sus planes de expansión e inversión a largo plazo a la espera de claridad en los mandatos comerciales, fiscales y de sostenibilidad. Los compromisos ESG se fragmentan aún más ante la falta de una aplicación global rigurosa, y las empresas mantienen un cumplimiento ESG mínimo para cumplir con las expectativas. Los desajustes laborales se intensifican a medida que se intensifica la inmigración y la capacitación se retrasa respecto a las demandas tecnológicas.

Perspectiva 4: Degradadas: Las cadenas de suministro se retraen ante los conflictos en un mundo donde el multilateralismo se desvanece

La erosión de la confianza en las instituciones multilaterales y el creciente conflicto geopolítico exacerban las dificultades económicas y desbaratan las cadenas globales de suministro. Las naciones priorizan el control y la seguridad sobre la eficiencia y la cooperación, lo que desencadena una era de desglobalización. Los aranceles, los embargos y las nacionalizaciones provocan una grave escasez de insumos, lo que obliga a las empresas a cubrirse mediante costosas reservas o el abastecimiento en el mercado negro, socavando la transparencia y la previsibilidad.

En regiones propensas a conflictos y con dificultades fiscales, la infraestructura se degrada y corredores comerciales críticos se vuelven inutilizables o controlados por actores estatales o no estatales, lo que obliga a desviarse por rutas más largas e inseguras. El aislamiento digital se acelera en medio de restricciones de capital y ciberataques, obligando a las empresas a mantener sistemas digitales obsoletos. La visibilidad de la red de suministro se deteriora, agravada por datos poco fiables y una logística opaca. Los mercados laborales se desploman debido a la restricción migratoria, la capacitación inadecuada y el envejecimiento de la población en los países de altos ingresos.

Si bien pueden presentarse múltiples perspectivas simultáneamente en las distintas regiones, un imperativo estratégico es transversal: las cadenas de suministro deben diseñarse para afrontar la incertidumbre y responder con agilidad. En una era marcada por los cambios geopolíticos, la inestabilidad regulatoria y la volatilidad climática, la competitividad de las cadenas de suministro depende de la capacidad de redireccionar, reescalar y realinear a medida que evolucionan las condiciones operativas.

Lograr esta capacidad requiere ir más allá de los enfoques tradicionales y unidimensionales, como las huellas concentradas o las estrategias de relocalización generalizada. En su lugar, las empresas deben diseñar ecosistemas de suministro distribuidos globalmente y digitalmente potenciados que integren la flexibilidad y la opcionalidad desde el diseño. Como se subraya en el Informe de Resiliencia de la Cadena de Suministro 2025 de la OCDE , la solución no reside en la reducción de personal, sino en la reestructuración de las redes globales para que sean más diversificadas, digitalmente habilitadas y alineadas institucionalmente.

La idea obsoleta de que la escala y la agilidad son mutuamente excluyentes ya no es sostenible. Gracias a la arquitectura de red moderna, ambas pueden —y deben— coexistir. Esto implica replantear la escala en sí misma: no como una concentración centralizada de activos, sino como una capacidad distribuida y dinámica a lo largo de toda la cadena de suministro global, facilitada por la visibilidad en tiempo real y la coordinación digital.

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El debate debe evolucionar ahora más allá de opciones binarias como la desvinculación o la relocalización, hacia estrategias sofisticadas para construir sistemas de suministro inteligentes y adaptables que ofrezcan eficiencia, resiliencia y capacidad de respuesta en cualquier perspectiva global. Este cambio requiere una agenda práctica. Debe centrarse en facilitadores pragmáticos, colaboraciones e inversiones. Esto traducirá la visión en pasos concretos para la transformación de la cadena de suministro global.

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