Cuando el internet parecía una solución en busca de problemas. Caso Venezuela.

Luis Germán Rodríguez Leal Profesor jubilado Universidad Central de Venezuela (UCV) lgrodrig@gmail.com @LuiGirod

Trabajo aceptado en IV Simposio de Historia de la Informática de América Latina y el Caribe (SHIALC) – Oct. 2016

Resumen ‐ A principios de la década de los noventa para obtener el apoyo necesario para conectar el país a la red de redes era imprescindible explicar lo que Internet significaba y podría llegar a ser. Un sólido consenso se logro dentro del grupo promotor. Las negociaciones entre los iniciados en la tecnología que emergía, aunque fluidas, no eran carentes de controversia. Pero más complicado aún era convencer a quienes parecían aliados necesarios a esa iniciativa y tenían poca o ninguna idea de lo que se les estaba proponiendo. Esto significó trabajar fuerte para ganar el respaldo de una gran porción del sector académico que estaba poco informado, salvo contados enclaves de avanzada, gestionar el escéptico soporte de algunas instituciones públicas con incidencia en el proyecto y recibir la indiferencia inicial de las empresas de telecomunicaciones. En fin, un clásico ejemplo de la solución buscando problemas.

Abstract ‐ In the early nineties to get the support needed to connect the country to the network of networks was essential to explain what Internet meant and could become. A strong consensus was achieved in the group promoter. Negotiations between those who knew about the emerging technology, though fluid, were not without controversy. But it was even more complicated convince those who seemed as pottential allies to this initiative and had little or no idea of what was being proposed to them. This meant working hard to win the support of a large portion of the academic sector who was poorly informed, except for a few enclaves, manage the skeptic support of some public institutions with influence on the project and receive the initial indifference of telecommunications companies. In short, a classic example of the solution for trouble.

Con el debido respeto al Gabo… Muchos años después, cuando me senté a escribir este artículo, recordé aquella tarde remota en que llegó ese mensaje de correo‐e que me metió de lleno en la Internet.

I. PREÁMBULO.

Este texto es un testimonio de lo que viví desde el año 1990 hasta 1995, durante el proceso de conformación de la Red Académica de Centros de Investigación y Universidades Nacionales (REACCIUN) que, a la postre, fue el primer proveedor de servicios de Internet que existió en Venezuela. Apelo a mi memoria, que aún funciona de manera aceptable, a la memoria de compañeros de ruta y a algunos documentos que conservo de aquellos tiempos. Cualquier error u olvido es involuntario y si alguna persona llegara a sentirse afectada por ello le pido disculpas de antemano.

II. LA CIRCUNSTANCIA.

En el año 1990 el gobierno venezolano, a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONICIT) presidido por la Dra. Dulce Arnao de Uzcátegui, estaba en plena formulación‐ejecución de un programa con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para impulsar las nuevas tecnologías en el país. A ese programa se le llamó “Programa de Activación, Movilización y Modernización de la Ciencia y la Tecnología”, mejor conocido como el programa de Nuevas Tecnologías o programa BID/CONICIT y para su gestión se creo una novedosa estructura organizativa, adscrita al ente rector de la ciencia y la tecnología del país, que combinaba investigadores con funcionarios profesionales en políticas públicas para el sector. La formulación del proyecto se venía trabajando, bajo la Coordinación General del profesor Ángel Hernández y la Dirección del sociólogo Juan Bautista González, desde el inicio del segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez (CAP2) en 1989. Se trataba de invertir un total de noventa millones de dólares para darle un impulso a determinadas tecnologías en el mundo académico nacional e incidir en la capacidad productiva de la nación partiendo de la institucionalidad del sector, del comprobado talento humano y de la infraestructura con la que se contaba. Las nuevas tecnologías que se abarcaron fueron: biotecnología, química fina, nuevos materiales, electrónica e informática. Dentro del innovador esquema para gerenciar el proyecto el CONICIT había contratado como asesores a dos investigadores de universidades y centros de investigación venezolanos para cada una de las áreas. Por informática los coordinadores fuimos el profesor Eliézer Correa y yo, ambos de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

III. VAMOS UN POCO MÁS ATRÁS: INFORMACIÓN Y REDES.

A inicios de la década de los 80 del siglo pasado el CONICIT, bajo la iniciativa de su entonces Director de Información Científica y Tecnológica Erasmo Filosa, desplegó una red para dar soporte al Sistema Automatizado de Información Científica y Tecnológica (SAICYT). El objeto de ese sistema era darle acceso a la comunidad académica nacional a las principales bases de datos internacionales de información científica y tecnológica. Esas eran principalmente Dialog, Orbit y BRS. La red se montó sobre el conjunto de protocolos alrededor de X.25, los más populares en esos momentos para esos efectos por sus funcionalidades. El brazo ejecutor del despliegue de los nodos que conformaron esa red fue Edgar Zorrilla con el personal técnico de la Dirección de Informática. Es necesario destacar que para esa época el monopolio de las telecomunicaciones lo tenía la Compañía Anónima Teléfonos de Venezuela (CANTV), empresa estatal. Sin embargo, y luego de intensas negociaciones, el SAICYT obtuvo un permiso especial, en 1987, para gestionar su red de transmisión de datos para atender a una población específica. Incluso logró acuerdos para colocar sus equipos en las sedes de la telefónica y entrenó a personal de aquella para darle soporte a esos equipos.

Esto se tradujo en que el CONICIT desarrolló una respetable capacidad para configurar y mantener redes de datos a lo largo de todo el país. Capacidad que incluía, además de un valioso capital humano, competencias para la negociación con proveedores nacionales e internacionales de información, equipamiento, conectividad y financiamiento. Por el lado de la comunidad académica se conformó una interesante masa crítica de usuarios de servicios especializados de información que, además de los recursos que proveía el SAICYT, se nutría de proveedores locales como la Biblioteca Nacional, dirigida por Virginia Betancourt, y la biblioteca Marcel Roche del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), bajo el timón de Francisco Javier Bringas.

Para esos días se consolida una iniciativa que aglutinó a las más emblemáticas bibliotecas y centros especializados en suministrar información para la academia, la Asociación Nacional de Directores de Bibliotecas, Servicios y Redes de Información del Sector Académico Universitario y de Investigación (ANABISAI). Un inquieto usuario de los servicios de información en el área médica promovió el avance en la implantación de funcionalidades para acceder a esas bases de datos. Su nombre es Pablo Liendo‐Chapellín, médico de profesión. Con su anticipación a la importancia que tendría la comunicación digital estimuló al equipo profesional de CONICIT a poner en marcha diversas aplicaciones que generaron un valioso aprendizaje para el colectivo. Este personaje reaparecerá más tarde en esta historia.

A la par de esto crecían los grupos de investigación dedicados al estudio de las diversas tecnologías de redes que iban surgiendo. Entraban en la arena productos como la red BITNET (funcionaba con un protocolo propietario de IBM), Unix como sistema operativo, manejadores de correo electrónico y Gopher, entre otros. Ya en 1990 el SAICYT adquiere, con la colaboración de la empresa Sun Microsystems, su primer servidor bajo Unix. Con él se inició un servicio de correo‐e para la comunidad académica. Dos veces al día se transmitía la carga de mensajes que entraba y salía del país empleando UUCP como protocolo para conectar ese servidor al de EMSCA, la empresa representante de Sun Microsystems en Venezuela y que se encargaba de la conexión internacional.

Otras aplicaciones bajo los protocolos TCP/IP comenzaron a instalarse en diversas instituciones. La realidad se impuso lo que resultaba evidente y el CONICIT decidió migrar su red X.25 a TCP/IP en el año 1990. Esa tarea se realizó con la tenaz conducción de Iván Valdés como Director de Informática de la organización y con el empeño incansable de Luis Eduardo Moreno, entre otros destacados profesionales. (Luis Moreno (lem) publica, en el sitio de su actual empresa, una completa reseña de la evolución de la plataforma tecnológica de SAICYT y que culminó en Reacciun.)

Fuera del ámbito académico existían varios BBS (Bulletin Boards Systems) que animaban a diversos grupos, dentro y fuera del país, a iniciarse en el campo de las comunicaciones empleando redes. Entre los promotores de los BBS estuvieron Giuseppe Farese y Aldo Lubrano. Un importante hito se puede identificar al inicio del período presidencial de CAP2 . Se adelantaron una serie de reformas al sistema económico nacional, lo que se llamó “El Gran Viraje”. Una de ellas fue la de privatizar los servicios de telecomunicaciones que, de acuerdo con la ley vigente para el sector desde 1940, eran monopolizados por la CANTV. A tal efecto se aprueba una nueva ley para el sector a finales de 1991.

Algunos resultados destacables de este proceso son: la creación de un ente regulador autónomo (Comisión Nacional de Telecomunicaciones ‐ CONATEL, adscrito al Ministerio de Transporte y Comunicaciones), la venta parcial de acciones de la CANTV al sector privado (adquiridas por un consorcio venezolano‐estadounidense donde estuvo GTE – hoy Verizon Inc.) y la apertura de la competencia en la telefonía celular. En servicio entraron al negocio Movilnet, propiedad de CANTV, y Telcel, donde participó capital nacional asociado con Bell South. Se abrieron las concesiones para servicios de valor agregado. Protagonistas principales de esa apertura fueron Fernando Martínez Mottola, Miguel Génova, Roberto Smith Perera y Juan Mijares.

En síntesis, la escena estaba servida para que se diera la irrupción de un servicio que pondría a todos los actores de nuestra sociedad a replantearse sus respectivos roles y las relaciones que existen entre ellos. Había un sector de la comunidad académica abierto a las innovaciones (incluyendo al CONICIT), una cierta cultura para el aprovechamiento de la información científica y tecnológica, un sector de la sociedad civil desarrollando plataformas comunicacionales alternativas y un marco regulatorio propiciatorio para la incorporación de nuevos servicios en telecomunicaciones. (En el período en el que se ubica este testimonio, 1990‐1995, Venezuela tuvo tres presidentes constitucionales: Carlos Andrés Pérez (1989‐1993), Ramón J. Velázquez (1993‐1994) y Rafael Caldera (1994‐1999). Fue turbulento políticamente e incluyo dos golpes de estado fallidos, afortunadamente. El respaldo oficial al Programa BID/CONICIT y al proyecto REACCIUN fue sostenido a lo largo de todo el lapso que ocupa a este artículo) Más allá de este grupo de actores la Internet era un instrumento casi totalmente desconocido.

IV. AHORA UNOS PASOS HACIA ADELANTE.

El tema de las redes de telecomunicaciones resultó ser uno de los más discutidos cuando en el programa BID/CONICIT se comenzaron a explorar los posibles proyectos a promover en el área de informática. El ascenso de UNIX y de los protocolos TCP/IP inclinaban la balanza para apoyar proyectos que desarrollaran redes bajo esas tecnologías. El profesor Patrick O´Callaghan, de la Universidad Simón Bolívar (USB), fue un apoyo fundamental para orientar las consultas que se hacían al respecto. Entre las propuestas de proyectos que se recibían en el área de informática hubo un interesante número de ellas que se proponían desarrollar redes locales para los campus en instituciones académicas. Se catalogaban como de apoyo institucional y se les valoraban por su capacidad de apoyar transversalmente a los proyectos que se impulsarían en las nuevas tecnologías incluidas en el BID/CONICIT.

En ese contexto surgió colegiadamente la idea de impulsar una iniciativa cuya función primordial fuera el prestar servicios de Internet a toda la comunidad académica nacional y la vinculara así con sus pares internacionales. (Hubo otro proyecto dentro del Programa BID/CONICIT que recibió un tratamiento similar por su potencialidad de dar servicios a la comunidad que trabajaba con las tecnologías relevantes al Programa. Se trató del reforzamiento del Centro de Investigaciones Biomédicas (BIOMED), de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Carabobo (UC). http://www.fundabiomed.fcs.uc.edu.ve/montoreano.html)

Los apoyos a proyectos de redes para las universidades se canalizarían por vías complementarias a ésta. Hubo que convencer de las bondades de esta idea, primero, a los integrantes del equipo coordinador del BID/CONICIT. Personas altamente calificadas pero no todas familiarizadas con las potencialidades de la herramienta que se ponía en discusión. Al cabo de estos intercambios, fue el jefe de la misión del BID quien propuso que REACCIUN fuera aprobado como proyecto de recuperación contingente.

Con el aval del grupo de coordinación no fue muy complicado ganar el respaldo institucional del mismo CONICIT. Un organismo que, como se mencionó previamente, impulsaba el uso de las redes de datos para proveer información a la comunidad que atendía. Tenía experiencia de punta y talento en ambos campos, información y redes de datos. Para ilustrar lo compleja que resultó esa tarea y dar una idea del tipo de competencia que nos hizo desarrollar, vale la pena traer a colación una anécdota. Conversábamos con un muy distinguido investigador sobre las aplicaciones como el correo‐e y sus bondades. Él nos preguntaba si no era un gasto innecesario llevar los mensajes de correo‐e a la computadora personal de cada quien. Le parecía suficiente con enviar los mensajes a un casillero central en cada campus y que los investigadores fueran a buscarlos cuando les pareciese conveniente. Su mente, en ese momento, estaba atada al esquema de los servicios postales tradicionales. Por allí comenzamos.

La estrategia acordada fue la de crear una instancia organizativa independiente pero asociada como ente adscrito al CONICIT que se encargara de gestionar a escala nacional la conexión a la Internet y de vincular a las instituciones académicas nacionales para que colaborativamente se incorporaran al proyecto aportando sus competencias para el beneficio mutuo de la naciente red. La nueva organización incorporaría y fortalecería las mencionadas competencias que tenía el CONICIT en este campo y, en particular, el capital humano, con su saber hacer, y la infraestructura que conformaban el SAICYT. Ese es el origen de la Red Académica de Centros de Investigación y Universidades Nacionales (REACCIUN). Una de sus primeras tareas era pasar de ser un concepto, comprendido por unos pocos, a ser un proyecto nacional que verdaderamente involucrara el interés y el entusiasmo principalmente de los usuarios que verían potenciadas sus capacidades al estar en la red.

V. OPORTUNAMENTE LLEGÓ AQUEL MENSAJE DE CORREO‐E

Estábamos desde inicios del año 1991 dándole forma a la idea de la red y de materializarla. Había que compaginar la parte técnica con la organizativa, ambas tienen sus reglas y sus tiempos. Cada una con sus respectivos interlocutores, dentro y fuera del BID/CONICIT. Nos concentramos en configurar un proyecto viable y atractivo para todos los involucrados. En septiembre de ese año, en pleno período vacacional académico de aquel verano, me detuve al pasar frente a las oficinas de CONICIT sólo para verificar que no hubiera emergencias en las actividades que adelantaba como Coordinador del Área de Informática. Me encuentro con el Prof. Ángel Hernández, nuestro Coordinador General, y me entrega aquel mensaje de correo‐e. Se trataba de una correspondencia que el doctor Pablo Liendo‐ Chapellín, motor del uso de la información científica y tecnológica en el país, había hecho llegar a varias instancias de la institución. Una era nuestro Programa, las otras eran la Dirección de Informática, a cargo de Iván Valdés, y la Dirección de Información Científica y Tecnológica, para ese momento bajo la batuta de Mercedes Santana.

En ese mensaje se destacaba la relevancia de participar en el “First Interamerican Networking Workshop” organizado en Río de Janeiro, para el mes de octubre siguiente, por el Conselho Nacional de Desenvolvimento Cientifico y Tecnologico (CNPq) de Brasil. Fueron co‐patrocinantes de ese evento la Organización de los Estados Americanos (OEA), la National Science Foundation (NSF), la Organización de Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Unión Latina, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Fundación para el Desarrollo de la Función Social de las Comunicaciones (FUNDESCO), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), IBM y el Academic and Professional Programs for the Americas (LASPAU). (Para conocer un poco más acerca de este primer taller, los eventos regionales que lo precedieron y algo de lo que sucedió después, se sugiere revisar: Rodríguez Leal, Luis G., “Networking Latin America and the Caribbean: Creating Alternatives”. Proc. International Networking Conference de la Internet Society, INET’93. San Francisco, California. 1993. (http://www1.lanic.utexas.edu/la/region/networking/inet93.html)

El objetivo central de la reunión, visto hoy a la distancia, era consolidar líneas de colaboración en la región que pudieran impulsar la exitosa incorporación de nuestros países a la Internet. Para ello estaban invitando tanto a promotores de las redes de datos como a organizaciones compenetradas con servicios de información. Por estar a tantos años de ese taller también vale precisar que tanto las redes de datos como los proveedores de servicios de información que estaban convocados eran los que laboraban para el sector ciencia y tecnología y para organizaciones de la sociedad civil en sus respectivos países y en la región. Era el mundo de la academia, el de los no‐comerciales. En síntesis, fue un taller donde se reunieron actores relevantes en el proceso de conexión a Internet en diversos países de América Latina y el Caribe, aquellos que estaban haciendo lo mismo que se intentaba hacer desde CONICIT, incluida REACCIUN, en Venezuela.

La convocatoria movilizó prontamente a las instancias internas de Informática e Información Científica del CONICIT y ellos hicieron los trámites correspondientes para asistir. Para decidir sobre la participación de REACCIUN se requería una consulta con los coordinadores del Programa BID/CONICIT. El Coordinador General del Programa me encargó de localizar y convocar al profesor Eliézer Correa, el otro coordinador de informática, para decidir cómo actuar. La norma en el equipo era funcionar como un cuerpo colegiado donde las decisiones se discutían en el seno del grupo. Fue imposible entrar en contacto con el profesor Correa pues estaba fuera de la ciudad disfrutando de sus vacaciones.

Ante la urgencia para tramitar la asistencia de REACCIUN en el taller de Río se me designó como el representante del proyecto en ese evento y desde ese día mi vida comenzó a estar continuamente asociada a la Internet. Asumí como cabeza visible del proyecto, como su Coordinador Nacional.

VI. IR MÁS ALLÁ DEL MUNDO DE LOS INICIADOS.

Construimos un discurso para explicar el proyecto a los diversos actores que estarían involucrados en esa iniciativa de conectar el país a Internet y salimos buscar los apoyos y alianzas que considerábamos necesarios. Quizás resulte conveniente insistir en que la Internet de esos tiempos, aparte de ser un instrumento mucho menos conocido de lo que es hoy, tenía unas funcionalidades que a la luz de los futuros desarrollos que se sucedieron pasan por rudimentarias. Además del sempiterno correo electrónico, eran populares los manejadores de listas de correos, la computación remota (telnet), la transferencia de archivos (ftp), los primeros motores de búsqueda (archie)y predecesores del World Wide Web como gopher. El mundo del WWW se disparó en la Internet a partir del cuarto trimestre de 1994.

De manera que el convencer a quienes había que convencer requería un esfuerzo adicional al que podría requerir difundir la red en los tiempos que corren. Fue una tarea ardua por el desconocimiento generalizado sobre el tema, requirió recorrer todo el país, pero fue asumida con decisión por un entusiasta equipo profesional. Puertas adentro del CONICIT y del Programa, el respaldo resultó decisivo. Quizás lo que más retardó la conformación de la red fueron los infaltables requerimientos burocráticos para las contrataciones y adquisiciones pero gracias a ellos el proceso culminó con una impecable hoja de vida administrativa tras varios años de gestación. Se seleccionó la figura jurídica de asociación civil sin fines de lucro para registrar a REACCIUN, las universidades y centros de investigación serían socios del proyecto. Los estatutos, su consistencia con el marco legal vigente que regulaba una iniciativa como ésta y otros oficios procedentes fueron impulsados por la Consultoría Jurídica, que en esos días estaba guiada por la Dra. Ana Beatriz Aguirre.

Aún cuando podíamos anticipar que un recurso como Internet tendría alto impacto en todas las esferas de la sociedad, en ese momento nuestra misión era acercar sus servicios al sector académico nacional. Dado que se trataba de un proyecto que se financiaba con un crédito que comprometía a la nación, su alcance en esa primera etapa se concentraba en las instituciones públicas del sector. Se establecieron mecanismos para que universidades y centros de investigación del sector privado también tuvieran acceso a la red bajo modalidades de membresía diferenciadas.

Para el sector público nacional surgió, en 1994, el Proyecto Platino con el objeto de “fomentar el uso masivo de la información, creando la infraestructura de una cultura basada en el acceso democrático a la información como elemento indispensable para lograr mejores niveles de vida” (http://www.sicht.ucv.ve:8080/bvirtual/doc/analisis%20de%20coyuntura/contenido/volumene s/1995/pag252.pdf)

Fue una iniciativa nacida de la Oficina Central de Estadística e Informática de la Presidencia de la República. Entre sus organizadores estuvo José Alberto Cárdenas, quien también fue parte del grupo que creo el SAICYT.

Es destacable que en los documentos que exponían la naturaleza de Platino el énfasis era en el acceso a la información, con escasas menciones a Internet. Es de suponer que se entendía, acertadamente, que el medio podía ser la red de redes y que podría ser otro en algún momento. En cuanto al sector privado y comercial el marco regulatorio pautaba que tendrían que desarrollar sus propias vías para acceder a Internet. En esos días era un área gris, por desarrollar, y comenzaron a surgir los primeros actores. Varios de ellos experimentaron conectándose a SAICYT por breve tiempo. Como indicador del soporte que CONICIT dio al proyecto se puede mencionar el consistente apoyo a la participación protagónica de REACCIUN en los “Foros Permanentes de Redes de América Latina y el Caribe”, que se organizaron a partir del Taller de Río. Incluso fue la institución anfitriona del tercero de esos foros que se realizó en Caracas en 1993. Ya en el Foro del año 1992, en Guadalajara (México), el CONICIT propuso a la “Escuela Latinoamericana de Redes (ESLARED) creada por la Universidad de Los Andes (ULA) como el espacio de formación de talentos en el tema para toda la región. (Sus impulsores originarios fueron los Profesores Ermanno Pietrosemoli y Edmundo Vitale. Desde 1998 funciona bajo el nombre de WALC. http://www.eslared.org.ve/index.php/actividades)

La propuesta fue aceptada y desde el siguiente año ha venido consolidándose como un referente para los profesionales del área. En el sector público buscamos asesoría de CONATEL, el recién instalado ente regulador del sector telecomunicaciones. La novedad era que presentábamos uno de los primeros servicios de valor agregado a instalar en el país. La receptividad fue cordial y positiva a nuestros planteamientos. La recomendación se concentró en la revisión del nuevo marco legal y de lo que significaba entrar en un terreno pensado para empresas que estarían en competencia. Nuestro proyecto era sin fines de lucro. Recuerdo haber percibido poco convencimiento en que pudiéramos convertirlo en realidad. En el plano operativo hay que resaltar el hito que significó la primera conexión por línea dedicada a la Internet. Fue en marzo de 1992 cuando el país se conectó al John Von Neumann Center de la Universidad de Princeton mediante de un enlace de 19,2 Kbps.

En esos momentos, inicios de 1992, consideramos que podía ser conveniente establecer algún tipo de alianza con alguno de los principales proveedores de servicios de transmisión de datos que operaban en el país. Esas compañías eran CANTV y Telcel. En ese momento el Prof. O´Callaghan, asesor de REACCIUN, expresó sus reservas a hacer esos contactos por considerarlos inconvenientes e innecesarios. Visitamos ambas con similares resultados. Fuimos recibidos con mucha cordialidad y expusimos nuestro proyecto de conectar el sector académico a la red de redes. Nos escucharon con interés y cierta condescendencia. El tema Internet no estaba en la agenda de negocios de ninguna de las dos empresas, por lo tanto no hubo respaldos ciertos. Casi dos años más tarde, cuando ya comprendíamos bien que el Prof. O´Callaghan había tenido razón al destacar la inconveniencia de atar nuestro proyecto a alguna de las grandes operadoras, las mismas personas que amablemente nos habían recibido en Telcel nos llamaron para conversar.

Al parecer sus contrapartes en Bell South les habían indicado que debían meterse en el negocio de Internet y quisieron buscar una alianza. La lección la habíamos aprendido, podíamos avanzar sin ellos. Un resultado directo de esas conversaciones fue que lograron captar a una buena parte del personal técnico de SAICYT para que se fuera a trabajar con ellos y así desarrollar su nuevo frente de negocios. Desde el sector público era imposible mejorar la oferta que le hicieron a las personas que estaban mejor preparadas en el país para manejar redes bajos los protocolos TCP/IP.

Un contratiempo que se superó en relativamente corto plazo pero mostró lo que vendría con la popularización de Internet. El éxito del proyecto estaba firmemente asociado a lograr que universidades y centros de investigación del sector público se incorporaran como miembros de REACCIUN. Ser miembro de la red significaría ser copropietario de un servicio que sería subvencionado por el estado en un principio pero que debería ser autosostenible a mediano plazo. El monto que se le solicitaba a cada institución fundadora era de diez mil dólares que debían aportar de su propio presupuesto.

Ser miembro‐fundador daba algunos privilegios, como poder elegir a algunos integrantes de la junta directiva de la red. Como se mencionó antes, en el sector académico venezolano, tal como sucedió en casi todos los países, existían enclaves de avanzada que comprendían el potencial de la herramienta que se estaba introduciendo. Sin embargo, la vasta mayoría de esa población tenía poca o ninguna idea de lo que Internet significaba en esos tiempos. Había que visitar a las autoridades de las instituciones y explicarles el proyecto, apoyarse (cuando era factible) en los grupos de investigadores que eran entusiastas de la red para ganar el interés de los personeros que podían comprometer sus centros a participar.

Están esparcidos por todo el país, se visitó a cada uno. La labor de convencimiento no siempre fue fácil y algunos accedieron a formar parte de esta tanda inicial solo para no quedarse fuera, sin comprender mucho de qué se trataba. Un factor que influyó en varias autoridades a dar su aprobación fue el ver que otras instituciones de prestigio estaban en el proyecto. Las demostraciones de las funcionalidades de la red que ya se podían hacer ayudaron de manera significativa a despejar las dudas que en algunos podían quedar y finalmente el proyecto fue acogido con entusiasmo.

Las universidades y centros de investigación que se incorporaron como miembros‐fundadores fueron:

• Universidad Central de Venezuela (UCV)

• Universidad Simón Bolívar (USB)

• Universidad de Los Andes (ULA)

• Universidad del Zulia (LUZ)

• Universidad de Carabobo (UC)

• Universidad Centro‐Occidental Lisandro Alvarado (UCLA)

• Universidad de Oriente (UDO)

• Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL)

• Universidad Experimental Politécnica Antonio José de Sucre (UNEXPO)

• Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ)

• Universidad Francisco de Miranda (UFM)

• Instituto Venezolanos de Investigaciones Científicas (IVIC)

• Fundación Instituto de Ingeniería (FII)

Para ilustrar la disparidad de motivaciones que existía entre los miembros‐ fundadores vale recordar la primera reunión que convocamos en Caracas con el objeto de explicar a todos juntos los pasos a seguir y responder dudas. Ese mismo día, el representante de una universidad nacional se presentó con el cheque listo para hacer su aporte institucional, la mayoría aún sacaba cuentas y deshojaba la margarita.

De esta manera se conformó un contexto institucional, legal y de innovación en torno a REACCIUN. Con el apoyo y trabajo de muchos, la incredulidad de otros y la integración a nuestras vidas de una herramienta que sigue transformando el quehacer de todos. Para darle la personalidad jurídica de asociación civil sin fines de lucro, a lo que era hasta el momento un proyecto, el ejecutivo nacional emitió un decreto creando la “Asociación Civil Red Académica de Centros de Investigación y Universidades Nacionales (REACCIUN)”, ente tutelado por el CONICIT (Decreto Nº 612, del 05 de abril de 1995. Publicado en la Gaceta Oficial Nº 35.691, del 11 de abril de 1995)

El primer considerando de ese decreto afirma que la “red telemática al servicio del Sector Científico y Tecnológico del país es un instrumento estratégico para el desarrollo del país”. Como política pública fue un hito de avanzada.

VII. A MANERA DE PUNTO FINAL…

El 1º de julio de 1995 salió finalmente la partida de nacimiento de la Red Académica de Centros de Investigación y Universidades Nacionales, se activó el ente recién creado. El Presidente del CONICIT para esa fecha era el Soc. Ignacio Ávalos Gutiérrez y el Coordinador General del BID/CONICIT el Prof. Asdrúbal Arcia. En ese documento fui designado como primer Presidente de REACCIUN. Unos días más tarde renuncié al cargo. Pero esa es otra historia.

Internet es hoy parte de la cotidianidad de muchos y de la jerga común. Obviamente, no siempre fue así. Este testimonio trata de arrojar algunas luces al proceso mediante el cual se coló entre los venezolanos y de darle su justo valor a quienes, instituciones y personas, lo hicieron posible. Sin exageración alguna, pocos proyectos nacionales han tenido una repercusión social semejante a la que ha tenido REACCIUN. Incorporar a la academia venezolana a la Internet y desde allí irradiar transformaciones a las diversas esferas de la sociedad es el resultado del trabajo de mucha gente que puso su talento, su entusiasmo, su profesionalismo y su fe en un sueño que fuese trascendente para el país. Tuve la oportunidad de ser parte de ese equipo humano en un período que presentó grandes retos novedosos que aprendimos a superar.

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