El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo

FAO. Agosto de 2025.

https://openknowledge.fao.org/handle/20.500.14283/cd6015es

El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo es una publicación anual realizada por la FAO, el FIDA, la OMS, el PMA y UNICEF. Hace un seguimiento de los progresos relacionados con la erradicación del hambre y la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición. También ofrece un análisis de los desafíos a los que nos enfrentamos para lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. El informe está dirigido a responsables de las políticas, organizaciones internacionales, instituciones académicas y el público general.

Según estimaciones mundiales actualizadas, existen indicios de que el hambre en el mundo ha disminuido en los últimos años. Se estima que el 8,2 % de la población mundial puede haber padecido hambre en 2024, lo que supone un descenso con respecto al 8,5 % registrado en 2023 y el 8,7 % en 2022. El progreso viene impulsado por notables mejoras en Asia sudoriental, Asia meridional y América del Sur, frente
al aumento constante del hambre en la mayoría de las subregiones de África y en Asia occidental.

Se calcula que entre 638 y 720 millones de personas, que suponen respectivamente entre el 7,8 % y el 8,8 % de la población mundial, padecieron hambre en 2024. Tomando como referencia la estimación puntual (673 millones), ello supondría una disminución de 22 millones de personas en comparación con 2022. En 2024, el hambre afectaba a unos 307 millones de personas en África, 34 millones en América Latina y el Caribe y 323 millones en Asia, lo cual suponía un 20,2 %, un 5,1 % y un 6,7 % de la población, respectivamente. Está previsto que el número de personas subalimentadas en todo el mundo disminuya, pero aun así se prevé que 512 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, de las cuales casi el 60 % vivirá en África.

Se estima que unos 2 300 millones de personas en el mundo se vieron afectadas por la inseguridad alimentaria moderada o grave en 2024. La prevalencia mundial de la inseguridad alimentaria moderada o grave ha disminuido gradualmente desde 2021 hasta situarse en el 28,0 % en 2024. La inseguridad alimentaria va en aumento en África y cae en América Latina y el Caribe; ha disminuido gradualmente en Asia a lo largo de varios años consecutivos, mientras que, según nuevas estimaciones, en Oceanía y en América septentrional y Europa se registró un leve descenso de 2023 a 2024 tras varios años de aumento. A escala mundial y en casi todas las regiones, la prevalencia de la inseguridad alimentaria es mayor en las zonas rurales que en las
urbanas, y afecta a más mujeres que hombres.

Los precios de los alimentos aumentaron durante 2023 y 2024, lo cual ha elevado el costo medio mundial de una dieta saludable a 4,46 dólares de paridad de poder adquisitivo (PPA) diarios por persona con respecto a los 4,30 dólares PPA de 2023 y los 4,01 dólares PPA de 2022.

Pese al aumento de los precios de los alimentos durante 2024, el número de personas que no podían permitirse una dieta saludable en el mundo bajó de 2 760 millones en 2019 a 2 600 millones en 2024. Sin embargo, el número subió en África de 864 millones a algo más de 1 000 millones en este período (del 64 % al 66,6 %). En los países de ingresos bajos, el número aumentó de 464 millones en 2019 a 545 millones (72 % de la población) en 2024, y en los países de ingresos medianos bajos (excluida la India), de 791 a 869 millones (52 % de la población) durante el mismo período.

Se necesitan progresos acelerados a fin de alcanzar las metas mundiales para 2030
correspondientes a indicadores clave de la malnutrición infantil. El mundo ha avanzado en la reducción del retraso del crecimiento infantil, cuya prevalencia disminuyó del 26,4 % en 2012 al 23,2 % en 2024

La prevalencia mundial de la emaciación infantil y del sobrepeso infantil permaneció prácticamente sin variaciones durante este período, situándose en un nivel estimado en el 6,6 % y el 5,5 % en 2024, respectivamente. Por otro lado, el porcentaje de lactantes menores de seis meses que reciben los importantes beneficios de la lactancia materna exclusiva aumentó notablemente, del 37,0 % en 2012 al 47,8 % en 2023. Las medidas de promoción de la lactancia materna exclusiva pueden contribuir a la mejora del estado nutricional durante toda la vida.

Según nueva información actualizada sobre la prevalencia de la anemia en las mujeres de entre 15 y 49 años, la prevalencia mundial ha aumentado del 27,6 % al 30,7 %. De 2012 a 2023, o bien no se registraron mejoras, o bien la prevalencia aumentó en casi todas las regiones. La obesidad en adultos también ha ido en aumento, del 12,1 % en 2012 al 15,8 % en 2022.

A escala mundial, un tercio de los niños de entre 6 y 23 meses y dos tercios de las mujeres de entre 15 y 49 años lograron una diversidad alimentaria mínima, según las últimas estimaciones de un nuevo indicador de nutrición mundial para el seguimiento de la meta 2.2 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Se necesitan medidas para que las mujeres y los niños puedan consumir dietas diversas.

Los mercados mundiales de alimentos han sufrido presiones persistentes en los últimos años, y la inflación de los precios de los alimentos lleva perfilándose como una gran preocupación desde 2021.

La inflación de los precios de los alimentos ha ralentizado el proceso de recuperación posterior a la pandemia de la COVID-19 en términos de seguridad alimentaria; de hecho, dado el considerable repunte económico, podría haberse esperado una mejora
mayor en la seguridad alimentaria. Desde 2020 la inflación de los precios mundiales de los alimentos viene superando a la inflación general, lo cual pone de relieve la persistencia de las presiones a las que están sometidos los mercados agrícolas y de alimentos. Esta divergencia alcanzó su punto máximo en enero de 2023, cuando la inflación de los precios de los alimentos se situó en el 13,6 %, 5,1 puntos porcentuales por encima de la inflación general, del 8,5 %. Aunque a mediados de 2023 ambos índices empezaban a mostrar una tendencia a la baja, su nivel siguió siendo elevado
durante el resto del año. En 2024 la inflación de los precios de los alimentos había alcanzado sus niveles de 2019 anteriores a la pandemia.

En las economías de ingresos bajos ha recaído una carga desproporcionada. Los países de ingresos bajos han soportado lo peor de los recientes aumentos
de los precios de los alimentos. Mientras que la mediana de la inflación alimentaria mundial aumentó del 2,3 % en diciembre de 2020 al 13,6 % en enero de 2023, los países de ingresos bajos registraron aumentos considerablemente más acusados,
alcanzando una inflación máxima del 30 % en mayo de 2023. Esta tendencia ha mermado el poder adquisitivo de los hogares, lo cual probablemente tenga consecuencias para la seguridad alimentaria y la nutrición.

La combinación de perturbaciones mundiales ha intensificado la inflación de los precios de los alimentos en todo el mundo. Dos perturbaciones principales (la pandemia de la COVID-19 y la guerra de Ucrania) provocaron fuertes subidas de los precios mundiales de los productos alimentarios durante 2021 y 2022, agravadas por el aumento de los costos de la energía. Por ejemplo, en los Estados Unidos de América y en la zona del euro, el 47 % y el 35 %, respectivamente, del punto máximo de la inflación de los precios de los alimentos fue consecuencia de dichos factores. El resto (53 % en los Estados Unidos y 65 % en la zona del euro) se debió a factores que no están relacionados con los productos básicos, como mayores costos de la mano de obra, fluctuaciones de los tipos de cambio y posibles aumentos en los márgenes de beneficio a lo largo de la cadena de suministro.

Las respuestas en materia de política fiscal y monetaria intensificaron las presiones inflacionarias. El entorno de políticas económicas durante la pandemia, con inclusión de estímulos fiscales expansionistas y políticas monetarias acomodaticias, se combinó con limitaciones de la oferta para formar un entorno inflacionario singular.

La recuperación de los salarios se retrasó durante el período comprendido entre 2021 y 2023, caracterizado por una elevada inflación de los precios de los alimentos, en particular en los países afectados por conflictos. La recuperación de los salarios fue desigual de un país a otro. Mientras que algunas economías registraron un recimiento de los salarios reales consonante con el aumento de los precios de los alimentos, en otras, entre ellas las afectadas por conflictos, los ingresos reales disminuyeron.

La elevada inflación de los precios de los alimentos podría hacer empeorar la seguridad alimentaria, especialmente en los países de ingresos bajos. Un aumento de los precios de los alimentos del 10 % va ligado a un incremento de la inseguridad
alimentaria moderada o grave del 3,5 % y un aumento de la inseguridad alimentaria grave del 1,8 %. En el punto máximo de la inflación, el 65 % de los países de ingresos bajos y el 61 % de los países de ingresos medianos bajos, donde habitan 1 500 millones de personas, experimentaron una inflación de los precios de los alimentos superior al 10 %, lo cual agravaba las desigualdades y amenazaba los avances en la esfera de la pobreza y la nutrición.

Las desigualdades estructurales y de género agravan la repercusión de la inflación de los precios de los alimentos, especialmente en los países con alta desigualdad de ingresos. Los grupos vulnerables, especialmente las mujeres y las poblaciones rurales,
se ven afectados de forma desproporcionada como consecuencia de las limitaciones de recursos, la mayor debilidad de los mecanismos de protección social y menores mecanismos de adaptación.

La malnutrición infantil puede empeorar con la inflación de los precios de los alimentos. La subida de los precios de los alimentos de 2021 a 2023 está vinculada a mayores índices de emaciación entre los niños menores de cinco años. Un aumento de los precios de los alimentos del 10 % va ligado a un incremento en la emaciación global de entre el 2,7 % y el 4,3 % y a un incremento en la emaciación grave de los niños menores de cinco años de entre el 4,8 % y el 6,1 %.

Los precios relativos mundiales de los alimentos permanecieron relativamente estables de 2011 a 2021 en los distintos grupos de alimentos y niveles de elaboración. Los alimentos ricos en nutrientes, como las frutas y hortalizas, siguen siendo los más
caros por kilocaloría. Por lo general, los alimentos ultraprocesados suelen tener precios inferiores por kilocaloría en comparación con las alternativas menos elaboradas. Los alimentos ultraprocesados están desplazando crecientemente a alternativas más nutritivas, a pesar de las crecientes pruebas de sus efectos negativos en la salud.

El aumento de los precios de los alimentos amiláceos básicos ha ejercido mayor presión en la dieta de los hogares de ingresos bajos. De 2019 a 2024 los aumentos más acusados de los precios de los alimentos en países como México, Nigeria y el Pakistán correspondieron a los alimentos amiláceos básicos y los aceites. En vista de que los alimentos amiláceos básicos conforman la base dietética de los hogares más pobres, esos aumentos pueden socavar la seguridad alimentaria y la nutrición, pero el acceso a productos de bajo costo de otros grupos de alimentos puede contribuir
a mantener la adecuación alimentaria a pesar de la inflación de los precios de los alimentos.

En respuesta a las muy diversas repercusiones de los altos precios de los alimentos, y para impedir futuros episodios de inflación, es esencial una combinación de medidas en materia de políticas:

a) Proteger a las poblaciones vulnerables con respuestas fiscales bien formuladas. Las
medidas fiscales focalizadas y con plazos definidos, como desgravaciones fiscales temporales de bienes esenciales y programas de protección social, pueden ayudar a proteger a los hogares vulnerables en momentos de alzas de los precios de los alimentos. Para resultar eficaces, estas intervenciones deben ajustarse a marcos normativos más amplios, incorporar claras estrategias de salida y metas en materia de cambio de categoría y ser objeto de seguimiento estrecho para velar por que los consumidores perciban los beneficios.

b) Armonizar las políticas fiscales y monetarias para estabilizar los mercados. Unas políticas monetarias creíbles y transparentes, acompañadas de intervenciones fiscales sensatas, ayudan a anclar las expectativas inflacionarias y a favorecer la estabilidad de los mercados. El gasto público estratégico, incluidas las inversiones de apoyo a la seguridad alimentaria y la nutrición, y la planificación fiscal realista pueden afianzar la
resiliencia y proteger la salud de la economía a largo plazo.

c) Dar prioridad a medidas estructurales y relacionadas con el comercio para lograr efectos duraderos. Los controles de los precios a corto plazo ofrecen alivio limitado, pero plantean riesgos de distorsión del mercado y socavan los incentivos a la inversión a largo plazo. Una estrategia a más largo plazo debería centrarse en la mejora de unas reservas alimentarias estratégicas adecuadas, el aumento de la transparencia del mercado y la inversión en infraestructura relacionada
con el comercio, al tiempo que se reducen las perturbaciones del comercio para garantizar mercados integrados y reducir la frecuencia y la gravedad de las crisis de precios.

d) Fortalecer la circulación de datos e información e invertir en ella. Unos sistemas sólidos de información sobre el mercado agrícola son esenciales para gestionar la volatilidad de los precios y prevenir la especulación. Es preciso fortalecerlos mediante datos actualizados y de alta calidad. Unos datos transparentes y oportunos favorecen una adopción de decisiones más eficaz y ayudan a los pequeños agricultores y a los
consumidores a hacer frente a la evolución de las condiciones del mercado.

e) Invertir en sistemas agroalimentarios resilientes. Para reducir la probabilidad de futuros episodios de precios altos de los alimentos, se necesitan inversiones sostenidas en agricultura, investigación y desarrollo e infraestructura. Las mejoras en el almacenamiento, el transporte y la productividad fomentan la eficiencia de las
cadenas de suministro y fortalecen la resiliencia general de los sistemas agroalimentarios frente a los factores que incrementan la inflación de los precios de los alimentos.

Comparte en tus perfiles

Facebook
Twitter
LinkedIn

Artículos Relacionados:

No culpes a la lluvia

Por Ambiente: situación y retos Pablo Kaplún H.. Agosto 25, 2025. El Nacional Por ONG Clima 21 En Venezuela, se estima que este año las lluvias y desbordamientos de ríos han afectado de 250.000 a 300.000 personas*. No podemos culpar a la lluvia, ni al cambio climático por estos desastres. En parte, esta situación forma parte de

Seguir leyendo »

Adam Smith a los 250 años

Michael Spence. 18 de agosto de 2025. Project Syndicate Hace casi 250 años, Adam Smith identificó dos posibles limitaciones a la especialización económica: la «extensión del mercado» y los riesgos inevitables. Hoy en día, la restricción del riesgo se está demostrando más poderosa, y ha surgido otro desafío, aún más fundamental, al modelo de especialización

Seguir leyendo »