«Estamos hechos de polvo de estrellas»
Francisco Doménech. 23 de agosto de 2025. Materia. El País.
¡Saludos! Soy Francisco Doménech y este es el boletín de Materia, la sección de ciencia de EL PAÍS.
Esta semana hemos echado mucho de menos a Carl Sagan. Nos lo hemos imaginado comentando, con ese brillo estelar en sus ojos, la investigación científica más importante de los últimos siete días: La primera observación del interior de una estrella, que nos abre una ventana sin precedentes al nacimiento de la materia.
«Estamos hechos de sustancia de las estrellas», escribió Sagan en su libro Cosmos, que se publicó en 1980 como acompañamiento a la famosísima serie de televisión Cosmos: Un viaje personal, emitida por primera vez a finales de ese mismo año por la televisión pública estadounidense PBS. En el primer capítulo de la serie lo dijo de otra manera, mirando a la cámara, todavía con una mayor carga de profundidad: «Porque el cosmos también está dentro de nosotros. Estamos hechos de sustancia de las estrellas. Somos una manera de que el cosmos se conozca a sí mismo».
Y en eso seguimos, conociéndonos, 55 años después de las que quizás fueron las palabras más famosas de Sagan. No fue el primero en decir públicamente esa idea, pero sí quien logró que calara en la cultura popular, Así llegó a resonar en el temazo We Are All Made of Stars, del cantante Moby, quien acababa de cumplir 15 años cuando Sagan dejó pasmados delante del televisor a millones de estadounidenses el 28 de septiembre de 1980, el día del entreno en TV de Cosmos.
Semanas después llegó el fascinante capítulo 9 de la serie, en el que Sagan profundiza en la vida y muerte de las estrellas. Es ahí donde vuelve sobre la misma idea, al resumir de manera magistral los conceptos básicos para entender nuestra noticia de la semana; a mitad del episodio, se remonta al universo poco después del Big Bang, y dice:
Originalmente, el cosmos era todo hidrógeno y helio. Los elementos más pesados se hicieron en gigantes rojas y en supernovas, y luego se esparcieron por el espacio, donde quedaron disponibles para las generaciones posteriores de estrellas y planetas.
Nuestro sol es probablemente una estrella de tercera generación. Excepto el hidrógeno y el helio, todos los átomos del Sol y de la Tierra se sintetizaron en otras estrellas. El silicio en las rocas, el oxígeno en el aire, el carbono en nuestro ADN, el oro en nuestros bancos, el uranio en nuestros arsenales… Todos ellos se hicieron a miles de años luz de distancia y hace miles de millones de años. Nuestro planeta, nuestra sociedad y nosotros mismos estamos hechos de sustancia estelar.
Como explica para Materia en su noticia Manuel Ansede, la altísima temperatura y presión en el interior de una estrella hace que los átomos de hidrógeno se vayan fusionando y formen primero helio y, luego, elementos más pesados hasta llegar a un límite: los de hierro son los átomos más pesados que se puede generar dentro de una estrella. A partir de ahí, los elementos aún más pesados —como el oro o el uranio— se generan en eventos cósmicos catastróficos, como la explosión de supernovas o la colisión de estrellas de neutrones.
Según esa teoría, antes de colapsar generando una supernova, las estrellas masivas —por lo menos 8 veces más que el Sol— son como una cebolla cósmica: los elementos químicos se van agrupando en capas, desde el hidrógeno en el exterior hasta el hierro en el interior.
Pero eso de las cebollas cósmicas eran solo modelos teóricos. Nunca se habían podido ver las capas interiores de una estrella, hasta que lo lograron los científicos autores del hallazgo más importante de esta semana, que ha publicado la revista Nature. Normalmente, aun cuando una estrella explota y vemos una supernova, las capas exteriores de hidrógeno y helio siguen ahí, como un abrigo que oculta el interior. A veces, algunas supernovas sí se desprenden de las prendas más exteriores.
Pero en el extraordinario caso de la supernova SN 2021yfj, Steve Schulze —autor del estudio recién publicado— y su equipo no daban crédito a lo que el telescopio había captado: “Al principio no sabíamos que habíamos descubierto una estrella desnuda hasta los huesos. Me quedé boquiabierto», le contó Schulze a mi compañero Ansede, que también ha hablado con otros expertos ajenos a la investigación para comprender la relevancia y las implicaciones de este insólito descubrimiento:
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