El estudio sobre la Ingeniería en España y su prospección fue presentado en la sede de la Real Academia de la Ingeniería el pasado jueves 17 de noviembre.

El Estudio fue gestionado por el Observatorio de la Ingeniería de España, iniciativa de alcance nacional, impulsada por la Fundación Caja de Ingenieros, con el respaldo del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo y de las principales instituciones del sector de la ingeniería (agrupaciones empresariales, Real Academia de Ingeniería, Instituto de la Ingeniería de España, consejos generales, colegios profesionales y universidades, entre otros). El núcleo inicial de dichas instituciones configura el Consejo Rector del Observatorio, a través del cual están representadas el 100% de las
universidades politécnicas españolas, el 71% de los ingenieros técnicos y de grado y el 66% de los ingenieros o másteres.
El libro muestra que en España hay 750 mil profesionales de la ingeniería, de los cuales un apenas un 3,7% están jubilados. El 65% de los ingenieros en España tienen el título de ingeniero técnico o grado en Ingeniería y el 35% son ingenieros con maestría o doctorado. El 73% tienen menos de 45 años. La disciplina de la Ingeniería industrial es la más representada con 43% del total, seguida de la informática con 21%, la Telecomunicación 9%, Civil 8%, Agronomía 8% y las otras ramas suman el 11%. El 31% de los ingenieros más jóvenes mantienen relación a nivel internacional en su día a día.

El estudio se sustenta en una ambiciosa encuesta, basada en un amplio universo de muestras representativas, de ingenieros y empresas con ocupación de ingenieros y tecnólogos, y recoge la situación actual de la ingeniería, tanto desde el punto de vista de los ingenieros como de los retos empresariales que están relacionados. En su introducción se lee lo siguiente:
«El Observatorio de la Ingeniería representa una ayuda para el conocimiento de las necesidades tecnológicas de nuestra sociedad.
El mundo está cambiando hacia la digitalización y otros procesos disruptivos y, sobre la base de las opiniones recogidas y de los datos tratados, pretendemos ayudar también a mejorar los currículums de las carreras universitarias y contribuir a facilitar la planificación.
No hay que olvidar que ‘ingeniero’ viene de ingenio y conocimiento para resolver problemas técnicos de las personas y de la sociedad, para ayudar a su desarrollo, eliminar desigualdades y mejorar la calidad de vida.
Obviamente las profesiones, las especialidades e incluso los títulos académicos, han ido evolucionando desde su creación, pero la ingeniería como concepto global permanece.
En España hay cerca de 50 universidades y 4 politécnicas que imparten formación en ingeniería en sus diferentes ramas, siendo las más extendidas históricamente: Industriales, Agrónomos, Caminos, Telecomunicación, Informática… Y el mundo académico está abriéndose cada vez más a especialidades en nuevas tecnologías para adaptarse a la evolución y necesidades del mercado.
La ingeniería española tiene un prestigio y reconocimiento ganado en el mundo.
Detrás de cada objeto que utilizamos hay un ingeniero. Junto a otras carreras técnicas, la ingeniería es una de las profesiones, que pueden convertir los sueños en realidades tangibles a corto y medio plazo y, como tal, es especialmente valiosa por su contribución a la sociedad.
En España tenemos más de 750.000 ingenieros, y hay que seguir avanzando en el desarrollo y evolución de la profesión. El futuro es cambiante y el ingeniero debe adaptarse e incluso anticiparse a él, porque nos vamos a enfrentar a tipos de trabajo y tecnologías que hoy no existen.
Baste como reflexión señalar que la industria es el sector que genera mayor valor añadido por unidad de trabajo, constituyéndose como el principal soporte de nuestras exportaciones.

Es un sector que crea un empleo muy estable y de gran calidad. España es el quinto país con mayor producción industrial de Europa. El nivel de nuestra ingeniería tiene un fuerte reconocimiento en toda Europa, pero el peso de nuestra industria en el PIB ha descendido en 20 años del 19% al 14,7%, mientras en Alemania ha seguido creciendo y alcanza el 29%.
Debe ser una cuestión de estado y de la iniciativa privada revertir esta situación. La actividad industrial permite desarrollar procedimientos para que, con eficiencia, la productividad de los trabajadores se multiplique, y el resultado de su trabajo sea exportable o comercializable, generando riqueza para el país.
La ingeniería española presenta un nivel muy bajo de desempleo. Hay una carencia manifiesta de profesionales en ingeniería y tecnología para cubrir la demanda del mercado en la mayoría de las áreas de especialización.

Se ha iniciado la Cuarta Revolución Industrial. Las tres anteriores se extendieron por periodos de aproximadamente 50 años, iniciándose en 1774, y arrancando esta última en 2017. La tecnología avanza a velocidad desbordante y difícilmente esta nueva revolución durará 50 años más, antes de ser reemplazada por la siguiente.
Por lo tanto, sin ser una realidad contrastada, se trata de una revolución que va a provocar cambios sociales en los años venideros, que nos va a permitir integrar procesos productivos dispersos geográficamente y realizados por empresas especializadas y de menor tamaño, mucho más eficientes en su especialidad. Esto, unido a la optimización de la logística y los medios de transporte, nos permitirá aproximar el producto final a las necesidades del usuario, terminándolo en el lugar o país donde este se encuentra, con el consiguiente efecto beneficioso de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Todo ello configura, junto a la mejora de la eficiencia, una nueva relocalización de la producción, compatible con una cierta deslocalización del talento como consecuencia de las posibilidades del teletrabajo.

En una economía conectada, con trabajo colaborativo donde se potencian las capacidades, las empresas pequeñas (nuestras pymes) contratarán en el futuro muchos más ingenieros que ahora.
La tecnología potencia el crecimiento de la economía y el desarrollo profesional de los ingenieros. Porque vamos hacia una sociedad diferente con tipos de empresas diferentes, y el perfil profesional de los ingenieros deberá ir evolucionando en función de los escenarios futuros. De hecho, en las universidades politécnicas, con una visión prospectiva, ya se están preparando estudiantes para trabajos que hoy no existen.
La transformación digital y la robotización industrial en España implicarán un incremento de la necesidad de ingenieros para trabajos de innovación, diseño de sistemas, puesta en marcha de proyectos, mantenimiento y adaptación a las necesidades del cliente final. La tecnología revoluciona nuestra sociedad.
La tendencia de la Cuarta Revolución Industrial será incrementar la necesidad de ingenieros, especialmente para ser contratados en trabajos especializados, flexibles y a distancia o a tiempo parcial, y con ubicaciones variables.

España, con una adecuada planificación industrial y flexibilidad para adaptarse, debería aprovechar el momento en que las pymes y start-ups van a ir cobrando mayor protagonismo para hacer evolucionar nuestro carácter industrial con la creación de puestos de trabajo, que todo esto significa.
La profesión tiene un futuro brillante, pero, cada vez más, en trabajos híbridos que requieran una destreza intelectual y experiencia técnica en igual medida. El ingeniero tendrá que ser un especialista y/o generalista y trazar un plan de negocio de su propia carrera, asumiendo que deberá estar en formación permanente.
Y tendremos que conseguir ilusionar al colectivo femenino para que considere, cada vez más, la ingeniería como su futuro profesional.

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