ENEL Producir energía limpia gracias a las energías renovables es solo el primer paso. Nuestro negocio adopta la sostenibilidad en cada una de las fases de vida de un proyecto.
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¿Qué entendemos por transición energética? ¿Por qué es tan importante para luchar contra el cambio climático? ¿Y qué es lo que ayuda a acelerarla? ¿Y cuál es el rol de la electrificación en este proceso? Todo lo que hay que saber sobre el reto más importante de este siglo.
La Tierra se está sobrecalentando. De acuerdo con los datos de la Nasa, en 2020 la temperatura media fue de 1,02 ºC más elevada respecto al período 1950-1980. El calentamiento global, además de provocar la fusión de los glaciares y la subida del nivel del mar, provoca otros cambios climáticos como la desertificación y el aumento de fenómenos extremos como por ejemplo huracanes, inundaciones e incendios: la alteración del clima podría causar daños incalculables.
Los científicos coinciden en achacar la responsabilidad de este cambio a las emisiones antrópicas de gases de efecto invernadero en la atmósfera, en particular, a partir de la Revolución Industrial. El principal de estos gases, el dióxido de carbono, procede en gran parte del sector energético, (que también incluye a la generación de electricidad, pero no solamente a esta).
En diciembre de 2015, a raíz de la COP21 de París, se firmó un acuerdo internacional que establecía el objetivo de mantener, antes de finales de este siglo, el calentamiento global por debajo de 2 grados respecto a los niveles preindustriales, y de ser posible limitarlo a 1,5 grados. La COP26 de Glasgow, que tuvo lugar en noviembre de 2021, ratificó el compromiso de lograr la llamada Carbon Neutrality para 2050.
Para alcanzar este objetivo, la herramienta principal es la transición energética, o sea, cambiar de un sistema energético radicado en los combustibles fósiles a uno de bajas emisiones o sin emisiones de carbono, basado en las fuentes renovables. Una gran contribución a la descarbonización proviene de la electrificación de los consumos, reemplazando la electricidad producida a partir de fuentes fósiles por la generada por fuentes renovables, que hace más limpios otros sectores, como el transporte, como así también de la digitalización de las redes, que mejora la eficiencia energética.
El proceso de transición energética no es algo nuevo en la historia. En el pasado ya asistimos a otros grandes cambios históricos, como el de la madera al carbón en el siglo XIX o del carbón al petróleo en el siglo XX. Lo que caracteriza esta transición respecto a la anterior es la necesidad de proteger el planeta de la peor amenaza que hemos tenido que afrontar hasta la fecha, y que tenemos que hacerlo lo más rápidamente posible. Este impulso ha acelerado los cambios en el sector energético: en una década (2010-2019) los costes de las tecnologías renovables han bajado respectivamente un 80% por la energía solar fotovoltaica y un 60% por la eólica onshore.
Sin embargo, la transición energética no se limita al cierre progresivo de las centrales de carbón y al desarrollo de energías limpias, sino que es un cambio de paradigma de todo el sistema. Una gran contribución a la descarbonización que llega tanto de la electrificación del consumo, que hace más limpios también otros sectores, como el transporte, como de la digitalización de las redes, que por su parte mejora la eficiencia energética.
Con todo eso se benefician no solamente el clima, sino también la economía y la sociedad. La digitalización de las redes habilita las redes inteligentes y abre camino a nuevos servicios para los consumidores. Desde el punto de vista ambiental, las fuentes renovables y la movilidad eléctrica reducen la contaminación, mientras que las centrales de carbón pueden ser reconvertidas a una perspectiva de economía circular. Además, por lo que se refiere a la sostenibilidad social, los nuevos empleos podrán absorber las labores de aquellas personas que hasta la fecha han estado trabajando en el sector termoeléctrico. Es importante que la transición energética sea inclusiva y que nadie se quede atrás.