Las generaciones y el cuidado del planeta: ¿Quién protege el ambiente?

David Alberto Morán Bohórquez. Empresario y consultor independiente en el sector de Planificación Estratégica. 28 de febrero de 2025

Las generaciones tienen nombres que resuenan como títulos de una saga: Baby Boomers, Generación X, Millennials, Generación Z. Estos términos, acuñados por sociólogos, demógrafos y hasta publicistas, buscan encapsular las experiencias, valores y contextos históricos de grupos nacidos en ciertas décadas. Pero, ¿son estas clasificaciones un reflejo fiel de la realidad o solo una herramienta simplista para entendernos?

Baby Boomers, Generación X, Millennials, Generación Z: cada una lleva un nombre que evoca una identidad, un momento histórico. Pero más allá de sus etiquetas, me interesa explorar cómo ha cambiado entre ellas la conciencia sobre proteger el medio ambiente. ¿Es esta una preocupación que crece con el tiempo o un reflejo de las circunstancias que cada generación enfrentó? A continuación, miro sus características y reflexiono sobre cómo han abordado —o ignorado— la relación con el medio ambiente

Las generaciones y las megatendencias ambientales

Las generaciones han moldeado nuestra relación con el medio ambiente, desde los Baby Boomers hasta la Generación Z, a través de leyes, movimientos y actitudes cambiantes. Hoy, dos megatendencias definen el panorama energético: la electrificación de la demanda energética, que crece exponencialmente, y la descarbonización de la matriz energética, que busca eliminar los combustibles fósiles. Las empresas tecnológicas son protagonistas clave en tendencias, mientras la rendición de cuentas ESG (ambiental, social y de gobernanza) redefine lo socialmente aceptable. Exploremos cómo estas fuerzas se entrelazan con el pasado, el presente y el futuro del cuidado ambiental.

Baby Boomers: Los hijos del auge (1946-1964)

Los Baby Boomers sentaron bases regulatorias con leyes como la NEPA (1970) y la creación de la EPA en EE.UU., mientras movimientos como el Día de la Tierra marcaban un despertar ecológico. Empresas tecnológicas como IBM impulsaban la revolución informática, pero sin foco en sostenibilidad. La electrificación era incipiente, limitada a hogares y fábricas, y la matriz energética dependía del carbón y el petróleo. Lo socialmente aceptable era el progreso económico sin cuestionar el impacto ambiental. Su legado es contradictorio: avances tecnológicos, pero poca descarbonización.

  • Edad en 2025: 61-79 años.
  • Tamaño estimado: En su pico (décadas de 1970-1980), representaban una gran parte de la población mundial debido al boom de natalidad post-Segunda Guerra Mundial, especialmente en EE.UU., Europa y América Latina. Hoy, con una población global de 8,200 millones y considerando que la esperanza de vida promedio es 73.3 años (OMS, 2020), ajustada al crecimiento, podrían ser entre 700 y 900 millones vivos en 2025. Esto se basa en que representan el 8-11% de la población global, según distribuciones demográficas históricas (Pew Research ajustado a ONU).

Generación X: Los olvidados (1965-1980)

La Generación X vio leyes como la Ley de Agua Limpia (1972) y el auge de Greenpeace. Empresas como Microsoft nacieron, enfocándose en software más que en energía limpia. La electrificación crecía lentamente en hogares y oficinas, pero la matriz seguía anclada en combustibles fósiles. La conciencia ambiental emerge, aunque no era prioritaria. Fueron testigos de un mundo en transición, sin liderar ni la electrificación ni la descarbonización, pero preparando el terreno para ambas.

  • Edad en 2025: 45-60 años.
  • Tamaño estimado: Esta generación es más pequeña que los Boomers debido a la desaceleración de la natalidad en muchos países. Representan aproximadamente el 15-18% de la población mundial (basado en UN World Population Prospects y tasas de natalidad de 1965-1980). Esto daría entre 1,200 y 1,500 millones de personas vivas hoy.

Millennials: Los transformadores digitales (1981-1996)

Los Millennials aceleraron ambas megatendencias. La electrificación de la demanda se disparó con la adopción masiva de dispositivos electrónicos y la Ley de Reducción de la Inflación (2022) impulsó energías limpias. La descarbonización avanzó con movimientos como Fridays for Future. Empresas como Tesla (movilidad eléctrica), Google (IA para eficiencia energética) y Enel (renovables y redes inteligentes) lideran el cambio. Lo socialmente aceptable incluye consumir energía sostenible y rechazar lo no ético. Para ellos, la tecnología debe electrificar y descarbonizar simultáneamente.

  • Edad en 2025: 29-44 años.
  • Tamaño estimado: Son una de las generaciones más grandes debido al crecimiento poblacional en Asia, África y América Latina durante esos años. Se estima que son el 23-25% de la población mundial (Pew Research y ONU), lo que equivale a 1,900-2,050 millones de personas.

Generación Z: Los nativos digitales (1997-2012)

La Generación Z intensifica estas tendencias. La electrificación abarca transporte (vehículos eléctricos), calefacción y más, mientras la descarbonización se acelera con normas de la EPA sobre emisiones y movimientos como Extinction Rebellion. Empresas como Apple (neutralidad de carbono para 2030), Vestas (líder en turbinas eólicas) y Ørsted (transición de fósiles a renovables) son ejemplos clave. La ESG es obligatoria: lo aceptable es que toda empresa tecnológica reduzca su huella y electrifique la vida diaria. Ellos exigen un mundo donde la matriz energética sea limpia y accesible.

  • Edad en 2025: 13-28 años.
  • Tamaño estimado: Con un crecimiento poblacional aún alto en regiones como África y Asia, representan el 24-26% de la población (ajustado a UN Population Division). Esto equivale a 2,000-2,100 millones de personas.

Generación Alpha: El futuro en construcción (2013-presente)

La Generación Alpha heredará un mundo hiperconectado. La electrificación será total, desde hogares inteligentes hasta transporte masivo, y la descarbonización podría lograr matrices 100% renovables. Empresas como SpaceX (innovación tecnológica) o Siemens (soluciones de redes verdes) podrían liderar. Lo socialmente aceptable será un planeta regenerado por la tecnología, con ESG como estándar mínimo.

  • Edad en 2025: 0-12 años.
  • Tamaño estimado: Nacidos en un período de tasas de fertilidad declinantes (2.09 hijos por mujer en 2024, ONU), pero con una base poblacional grande, podrían ser el 16-18% de la población mundial en 2025, o sea, 1,300-1,500 millones. Esto incluye los nacidos hasta febrero de 2025 (unos 12 años de nacimientos a 135-140 millones por año).

Población mundial actual

A febrero de 2025, la población mundial se estima en unos 8,200 millones de personas, según proyecciones del World Population Prospects 2024 de la ONU, que indicó 8 mil millones en noviembre de 2022 y un crecimiento anual de aproximadamente 0.8-1% (unos 70-80 millones por año).

Las nuevas generaciones y lo previsible para el futuro

Millennials y Generación Z ya ocupan roles de poder. En lo empresarial, dirigen compañías tecnológicas sostenibles; en lo político, impulsan leyes verdes; en lo social, normalizan el rechazo al «greenwashing». Para el futuro, es previsible que la Generación Alpha eleve el estándar: la tecnología podría integrarse con la naturaleza (piensa en ciudades inteligentes con cero emisiones), y la ESG evolucionará hacia métricas más estrictas, quizás obligando a las empresas a compensar todo daño ambiental pasado. Lo socialmente aceptable podría ser un mundo donde la tecnología no solo mitigue, sino regenere el planeta.

Los estudios sobre los cambios de percepciones en las generaciones

Existen varios estudios que exploran cómo las diferentes generaciones perciben y se relacionan con los temas ambientales, especialmente el cambio climático y la sostenibilidad.

Por ejemplo, se sabe que las generaciones más jóvenes, como la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) y los millennials (nacidos entre 1981 y 1996), tienden a mostrar una mayor preocupación por el medio ambiente en comparación con generaciones mayores como los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) o la Generación X (nacidos entre 1965 y 1980). Un estudio destacado es la Encuesta Global 2024 a Millennials y Generación Z en España, que reveló que estas generaciones están más dispuestas a reducir su impacto ambiental y exigen acciones más contundentes de gobiernos y empresas frente al cambio climático. Aproximadamente el 60% de los millennials y el 58% de la Generación Z estarían dispuestos a pagar más por productos ecológicos, lo que refleja un cambio en las prioridades de consumo.

Por otro lado, generaciones mayores como los baby boomers muestran una conciencia creciente, pero su compromiso suele ser menor en términos de cambios de hábitos. Un dato interesante del estudio de GlobalWebindex indica que cerca del 46% de los baby boomers estarían dispuestos a pagar más por productos sostenibles, lo que sugiere que, aunque no lideran el movimiento, están empezando a alinearse con estas ideas, quizá motivados por el legado que dejarán a sus nietos.

En América Latina, el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México (COP UVM) realizó una encuesta en 2022 que mostró que el 89% de los mexicanos cree que las generaciones futuras no tendrán recursos naturales suficientes para vivir, una percepción que cruza generaciones pero que es más marcada entre los jóvenes de 18 a 34 años, quienes también se sienten más responsables por la contaminación ambiental (78-79% en ese rango de edad).

Otro ejemplo relevante es el Global Shapers Survey del Foro Económico Mundial, que desde hace años ha identificado que los millennials consideran el cambio climático como uno de los problemas más graves a nivel global (48.8% en una edición reciente), seguido por conflictos sociales y desigualdad. Esto contrasta con generaciones mayores, donde la preocupación ambiental existe, pero a menudo se priorizan cuestiones económicas o de estabilidad inmediata.

Las nuevas generaciones en Venezuela

En Venezuela, el pensamiento de las nuevas generaciones respecto a la sostenibilidad ambiental está influenciado por una mezcla de factores históricos, educativos, sociales y económicos, aunque los estudios específicos sobre este tema no son tan abundantes ni centralizados como en otros países. Sin embargo, hay evidencia de un creciente interés y conciencia entre los jóvenes, particularmente en contextos urbanos y a través de iniciativas locales, que reflejan cómo estas generaciones están abordando la sostenibilidad ambiental.

Históricamente, Venezuela ha tenido una relación ambivalente con el medio ambiente, marcada por su dependencia del petróleo y, más recientemente, por proyectos como el Arco Minero del Orinoco, que han generado críticas por su impacto ecológico. A pesar de esto, las nuevas generaciones, como la Generación Z (nacidos entre 1997 y 2012) y los millennials (nacidos entre 1981 y 1996), muestran signos de un cambio de mentalidad. Por ejemplo, organizaciones como Tierra Viva han impulsado proyectos como «Generación Sustentable», que buscan aumentar la participación y el liderazgo juvenil en temas de desarrollo sostenible en comunidades urbanas, rurales e indígenas. Este tipo de iniciativas sugiere que los jóvenes están interesados en asumir un rol activo en la protección ambiental, aunque enfrentan desafíos como la falta de recursos y la inestabilidad política.

Desde el ámbito educativo, la Constitución de 1999 (Artículo 107) estableció la educación ambiental como obligatoria, lo que ha sentado una base teórica para fomentar la conciencia ecológica. Sin embargo, estudios y análisis, como los disponibles en plataformas académicas o los informes del Observatorio de Ecología Política de Venezuela, señalan que esta implementación ha sido inconsistente, especialmente en las últimas décadas debido a la crisis económica y social. A pesar de ello, los jóvenes han encontrado formas de informarse y organizarse fuera del sistema formal, a menudo a través de redes sociales y movimientos comunitarios. Por ejemplo, en X se han visto menciones de proyectos que involucran a la juventud en temas de sostenibilidad, lo que indica un interés emergente, aunque no siempre respaldado por datos cuantitativos amplios.

En términos de actitudes, las nuevas generaciones en Venezuela parecen compartir algunas características con sus pares globales: mayor conciencia sobre el cambio climático y disposición a adoptar hábitos más responsables, como el reciclaje o el uso eficiente de recursos. Sin embargo, esta conciencia se ve limitada por las condiciones del país. La crisis económica ha llevado a que muchas personas, incluidos los jóvenes, prioricen la supervivencia diaria sobre acciones sostenibles a largo plazo. Aun así, en encuestas internacionales como el Global Shapers Survey del Foro Económico Mundial, donde se incluyen muestras de América Latina, los millennials y la Generación Z consistentemente destacan el cambio climático como una prioridad, y es probable que los jóvenes venezolanos no sean una excepción, aunque su capacidad de acción esté restringida.

Un aspecto interesante es cómo el pensamiento ambiental de estas generaciones se cruza con la identidad cultural y las realidades locales. En comunidades indígenas, por ejemplo, los jóvenes suelen combinar conocimientos tradicionales con ideas modernas de sostenibilidad, mientras que en áreas urbanas, como Caracas, hay un enfoque más práctico hacia problemas inmediatos como la gestión de residuos o la contaminación del río Guaire. Esto refleja una diversidad en el pensamiento ambiental que no siempre se captura en estudios amplios, pero que es visible en proyectos grassroots y en la narrativa de ONG locales.

Un comentario aparte: Trump y el ambiente, un eco del pasado

Cuando Donald Trump, a sus 78 años, asumió su segundo mandato en enero de 2025, sus primeras acciones ambientales resonaron como un eco de una era pasada. Su decisión de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París por segunda vez, junto con un discurso que prioriza la extracción de combustibles fósiles sobre la sostenibilidad, no sorprendió a quienes recuerdan su primer término (2017-2021). Sin embargo, este «eco del pasado» no es solo una repetición; es un desafío directo a un mundo que, en 2025, genera 31,000 TWh de electricidad y consume 27,000 TWh (IEA, 2025), con generaciones como Millennials (1,900-2,050 millones) y Z (2,000-2,100 millones) exigiendo un futuro descarbonizado.

Un legado de los Baby Boomers

Trump, nacido en 1946, encarna la mentalidad de los Baby Boomers (700-900 millones vivos hoy), una generación que vio la electricidad global crecer de 6,000 TWh en 1971 a 11,000 TWh en 1990 (Enerdata). En su primer mandato, desmanteló más de 100 regulaciones ambientales, desde el Clean Power Plan hasta la protección de especies en peligro (NYT, 2021), abriendo tierras públicas como el Arctic National Wildlife Refuge al petróleo. En 2025, su orden ejecutiva inicial —»drill baby drill»— y la declaración de una «emergencia energética» que debilita la Ley de Especies en Peligro (PBS, 2025) reflejan esa visión: el planeta como recurso, no como responsabilidad. Es un eco de los 70, cuando el crecimiento económico justificaba la explotación sin límites.

Por cierto, la expresión «drill, baby, drill» ha sido utilizada por políticos republicanos en Estados Unidos para promover la expansión de la producción nacional de petróleo y gas. Originalmente acuñada por Michael Steele durante la Convención Nacional Republicana de 2008, la frase ganó popularidad como un llamado a reducir la dependencia energética del extranjero mediante el aumento de la extracción doméstica de combustibles fósiles.

En su campaña presidencial de 2024, Donald Trump retomó este lema, prometiendo incrementar la producción de petróleo y gas en Estados Unidos para reducir los costos energéticos y fortalecer la economía nacional. Sin embargo, la implementación de esta política enfrenta desafíos significativos. A pesar de los esfuerzos por incentivar la extracción, las empresas energéticas han mostrado reticencia a aumentar la producción debido a la caída de los precios del petróleo y a las presiones del mercado para priorizar retornos a los accionistas sobre la expansión de operaciones.

El contraste generacional

Mientras Trump mira al pasado, Millennials y Generación Z —casi la mitad de los 8,200 millones de humanos (ONU, 2024)— empujan hacia adelante. En 2025, el 35% de la electricidad mundial es renovable (IEA), impulsada por su presión por electrificación (consumo subiendo al 4% anual) y descarbonización. Empresas como Tesla, Vestas y Ørsted lideran esta transición, mientras Trump insiste en fósiles que aún dominan el 55% de la matriz global. Su negacionismo climático —»el aire está más limpio que nunca», afirmó en 2025— choca con una juventud que ve el cambio climático como una emergencia palpable, no como una «estafa».

Reflexión final: Un mundo en transformación

La electrificación y la descarbonización son megatendencias imparables, impulsadas por generaciones jóvenes y empresas tecnológicas. Trump representa un retroceso, pero el futuro pertenece a quienes integran sostenibilidad y progreso. En mi opinión, el éxito dependerá de que estas empresas no solo sigan las tendencias, sino que las amplifiquen, convirtiendo la tecnología en el motor de un planeta habitable.

La conciencia ambiental ha crecido desde los Baby Boomers hasta la Generación Z, y las empresas tecnológicas son ahora protagonistas. La rendición de cuentas ESG marca un antes y un después: lo que hoy es aceptable —transparencia, innovación sostenible— será insuficiente mañana si no evoluciona con las nuevas generaciones. El futuro pertenece a quienes usan la tecnología para sanar el planeta. Lo socialmente aceptable será que la tecnología regenere ecosistemas, un estándar que la Generación Alpha podría imponer.

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