
Gonzalo Morales ·Expresidente de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat
El mundo actual se mueve impulsado por las inmensas transformaciones que generan cambios radicales en variados sectores de nuestras actividades, muchas ventajosas, provocadas esencialmente por las tecnologías más recientes, empero recibe otras que desajustan. Desde sus albores, el siglo XXI ha estado sacudido por calamidades que han estremecido los cimientos donde reposan los vínculos mundiales entre naciones, agrietándolos y reduciendo los que gobiernan la paz, tranquilidad y progreso.
El mundo comenzó a ejecutar cambios trascendentales desde el 11 de enero, 2011, con el derribo de las Torres en New York, seguido por las invasiones americanas que, de inmediato, fortalecieron los frecuentes y sangrientos disturbios y emigración forzada que ocurren en el Mediano Oriente, y el enfrentamiento económico provocado por la emergencia de China a Potencia Mundial, contrarrestada por los Estados Unidos y, recientemente, el cambio provocado por la elección presidencial en los Estados Unidos.
Empero, noticias que llegan del Oriente, de Hong Kong, Taiwan, Filipinas, al igual que de Iran, y en especial la invasión rusa y guerra en Ucrania, presagian indicios de conflicto internacional, que puede extenderse, y desearíamos sea evitable.
No se puede soslayar la influencia negativa motivada por la abundancia de recursos proporcionados por el gobiermo venezolano a enemigos de occidente, que no solo ha influido en las políticas de países americanos, sino que se extendió mucho más allá, a otros continentes.
Asimismo, accesorio, es de obligatoria consideración el futuro de la energía, tema de profunda preocupación permanente en la política mundial. Se acepta que el carbón disminuye su utilización en las plantas térmicas, por su aporte indeseado en la producción de emisiones anti-ambientales, pero cabe preguntar el caso de China, con sus inmensas necesidades, si podrá disminuirlo. El caso de los hidrocarburos es similar y no se vislumbra su conclusión antes de fines de este siglo. La energía nuclear continuará su crecimiento en casos como el de China, Brasil, Francia. Los renovables crecerán, pero no resuelven todos los casos.
Se avisora todo un diluvio de transformaciones, sobre todo en lo que hasta ahora fue nuestra tranquila América Latina, donde la economía está fallando y cuyas inmensas desigualdades presagian el aumento en enfrentamientos de muchos órdenes. Lo hemos visto en Chile y continúan en Ecuador, Brasil y Colombia. En todos hemos visto turbas destructoras manipuladas políticamente, o guerrillas urbanas.
Con respecto a la política nacional venezolana, la situación desesperante en la cual sobrevive el pueblo venezolano desde hace años, obliga a intuir que no debería tardar mucho un cambio, esperemos que sea para resolver problemas.
Indudablemente, no tiene porqué visualizarse un futuro negativo, la historia nos recuerda que luego de grandes tragedias aparecen períodos de grandes cambios positivos, ha ocurrido varias veces, pero será un futuro muy difícil, especialmente en lo económico.
Sin embargo, estos días navideños motivan a trasmitir mensajes de esperanza, de buenos deseos en 2025, para todos sin excepción y quienes compartan responsabilidades en instituciones mundiales deben incluir rogatorias por la paz mundial.