Francisco Doménech, 7 de septiembre de 2024. Diario El País, Boletin de MATERIA.
¡Saludos! Soy Francisco Doménech y este es el boletín de Materia, la sección de ciencia de EL PAÍS. Vale, reconozco que hemos empezado septiembre sin mucho tacto para quienes habéis vuelto al trabajo esta semana. Pero es lo que hay. Si llegasteis quemados a las vacaciones, lo más probable es que a las dos semanas de volver al tajo estéis igual. Espero que por lo menos os hayamos sacado una sonrisa con este suceso: una anciana usó como tope de puerta una pieza de ámbar valorada en un millón de euros.
También nos gustaría haberos trasladado esperanza con un reportaje que nos cuenta que otra IA es posible, de la mano de una joven investigadora española que creemos que en los próximos años puede protagonizar muy buenas noticias de ciencia. Y hablando de esperanzas, las que llenan el disco que acaba de lanzar Nick Cave & The Bad Seeds y las que irradia, especialmente, el temazo que da título al álbum, Wild God.
1. Una IA con superpoderes y más humana Esta semana os hemos llevado a Barcelona, al Centro de Regulación Genómica, en busca de soluciones a uno de los problemas científicos más complejos que existen: predecir la estructura que tendrá una proteína, aun teniendo los planos de la cadena molecular que la constituye. Esa forma en 3D que resulta de unir átomo a átomo no es nada evidente, y encierra el secreto de qué aporta cada proteína a la vida.
Conocer esos secretos nos abriría la puerta a tener otra comprensión, mucho más profunda, de la biología de los seres vivos; y también de los mecanismos de las enfermedades que más tememos. La investigadora Noelia Ferruz sabe que encontrar esas soluciones es una carrera de fondo, como aquellas en las que participaba cuando aún podía compaginar el deporte de alta competición con la investigación.
Del atletismo, Ferruz se ha quedado con la persistencia y la disciplina, para entrar a competir ahora en una gran carrera científica mundial. Se ha buscado una compañera con mucho músculo, la inteligencia artificial, y acaba de recibir un fuerte impulso: Noelia Ferruz, química especialista en bioinformática nacida en Zaragoza hace 36 años, acaba de ser elegida por el prestigioso Consejo Europeo de Investigación (ERC) para solucionar este problema creando una inteligencia artificial pública, abierta y capaz de explicarse a sí misma. Se llamará Athena. Ferruz acaba de recibir 1,5 millones de euros para desarrollar este sistema en cinco años.
Mi compañero Nuño Domínguez ha hablado con esta investigadora española, que nos presenta así las cualidades de su prometedora ayudante: “En la actualidad, la inteligencia artificial está ya al nivel de un doctorado en química”, explica la científica, que dirige su propio grupo de investigación en el Centro de Regulación Genómica (CRG), en Barcelona. Pero gracias a su capacidad de idear y estudiar compuestos que la naturaleza no ha inventado, pronto va a tener un poder “sobrenatural”, porque excederá los términos de la naturaleza.
Noelia Ferruz, en el Centro de Regulación Genómica de Barcelona. / GIANLUCA BATTISTA.
Una de las grandes esperanzas que abre este proyecto es que acabe ayudando a salvar vidas; por ejemplo, con anticuerpos más eficaces contra el cáncer. Athenea será una IA entrenada para diseñar proteínas nuevas que tengan una función determinada. Por si esto no fuera suficientemente ambicioso, lo más difícil del proyecto no será crear este agente, sino entenderle: Es inquietante que los razonamientos de la inteligencia artificial sean inaccesibles para los humanos. La máquina da la respuesta correcta, pero no detalla cómo lo ha conseguido. Sus creadores tampoco consiguen averiguarlo; y el resto de científicos están vetados, pues la empresa tecnológica no desvela el código base de su máquina. La IA es una caja negra.
[…]Los modelos de lenguaje actuales como ChatGPT están hechos de capas de neuronas artificiales. “Cada una hace una operación y se la pasa a la siguiente. Al final tenemos hasta un billón de neuronas en las últimas versiones. Nosotros vemos una constelación de neuronas activándose, pero no entendemos por qué; y el modelo no sabe explicárnoslo”, detalla Ferruz.
En esta carrera, Ferruz, Athena y el resto de su equipo competirán desde instituciones públicas con medios muy modestos si se comparan con los de gigantes privados como Google, que acaba de anunciar AlphaProteo, su nueva IA para diseñar nuevas proteínas capaces de unirse a determinadas dianas moleculares.
Sin embargo, como explica Nuño, esto no aporta gran cosa a la comunidad científica, que no tiene acceso al código fuente de esta IA ni tampoco puede usarla libremente.
Lee el reportaje completo y descubre los planes de Noelia Ferruz para crear una inteligencia artificial con superpoderes proteicos, pero más humana y abierta. Es inquietante que los razonamientos de la inteligencia artificial sean inaccesibles para los humanos. La máquina da la respuesta correcta, pero no detalla cómo lo ha conseguido. Sus creadores tampoco consiguen averiguarlo; y el resto de científicos están vetados, pues la empresa tecnológica no desvela el código base de su máquina. La IA es una caja negra.
[…]Los modelos de lenguaje actuales como ChatGPT están hechos de capas de neuronas artificiales. “Cada una hace una operación y se la pasa a la siguiente. Al final tenemos hasta un billón de neuronas en las últimas versiones. Nosotros vemos una constelación de neuronas activándose, pero no entendemos por qué; y el modelo no sabe explicárnoslo”, detalla Ferruz.