
Camilla Ghisleni. 7 de septiembre de 2025. Arch Daily.
Aldo van Eyck y Lina Bo Bardi fueron dos figuras subversivas . Sus visiones de
colectividad y alegría , aunque aplicadas a estructuras muy diferentes, compartían un denominador común: una idea de arquitectura que trasciende el diseño. Para ambos, la arquitectura era un espacio vivo, animado por la apropiación, el movimiento y el intercambio.
Desde los parques infantiles holandeses hasta el Museo de Arte de São Paulo , sus ideales se entrelazaron, reforzando la idea de una arquitectura donde cualquiera pudiera volver a ser un niño.
Aldo y Lina pertenecían a la misma generación: él falleció en 1999 a los 80 años y ella a principios de esa década, a los 77. Se conocieron en persona en 1969, cuando el arquitecto holandés visitó São Paulo y fue recibido para almorzar en la Casa de Cristal de Lina .
Nunca trabajaron juntos, pero el destino más tarde organizaría un encuentro inesperado. Años después de la muerte de Lina, Aldo se topó con una exposición dedicada a su obra. La experiencia lo impactó tan profundamente que cruzó Brasil para ver su arquitectura de primera mano.
De ese encuentro póstumo surgieron paralelismos inevitables, afinidades que hasta entonces habían permanecido latentes. Esta red de coincidencias y diálogos silenciosos se convirtió en el hilo conductor de varios estudios, en particular el libro Lina por Aldo: Afinidades en el pensamiento de los arquitectos Lina Bo Bardi y Aldo van Eyck , publicado en 2024.

Las similitudes entre Lina y Aldo, sin embargo, no residen en las formas visuales de sus proyectos, sino en algo más profundo: una arquitectura que se abre a las personas y solo se completa a través de sus interacciones. En este horizonte, el juego —en todas sus formas— aparece como un lenguaje compartido, capaz de transformar los espacios en lugares de encuentro, movimiento y descubrimiento.