“¡Mi profe usa ChatGPT!”

¿Hasta dónde es prudente que los docentes utilicen la inteligencia artificial generativa en sus labores? Su uso plantea cuestionamientos éticos para el profesorado, así como su impacto en el cuerpo estudiantil.

“¡Mi profe usa ChatGPT!”

Ilustración: Denis Novikov, iStock.com

Mariana Sofía Jiménez Nájera, 26 de mayo de 2025. Tecnológico de Monterrey.

Cuando se trata de inteligencia artificial generativa en el ámbito académico se habla mucho de las maneras, en ocasiones problemáticas, en las que los estudiantes pueden utilizar dicha herramienta y el impacto que puede tener en ellos, tales como el plagio, la dependencia en su uso, la disminución a largo plazo de su pensamiento crítico, entre otros efectos. Usualmente, la IA generativa tiene un enfoque negativo cuando se habla del alumnado, pero ¿qué hay del profesorado?

Al hablar del cuerpo docente con relación a la IA, al contrario de las y los estudiantes, se asume que el docente hará uso correcto de estas tecnologías, ya sea para ayudarlos a planear clases, hacer el trabajo tedioso que les quitan tiempo valioso para continuar con sus labores, entre otras actividades. Sin embargo, el caso de Northeastern University, ha causado revuelo en el ámbito educativo, ya que una estudiante se dio cuenta de que su profesor estaba utilizando ChatGPT sin reservas, a tal grado que fue bastante evidente, y en donde el mismo profesor admitió que era cierto. Posteriormente, ella pidió a la universidad que se le regresara el dinero de su colegiatura y al no serle devuelto, y viendo que el docente no tuvo ninguna recriminación, cambió de institución.

Esta no es, ni será, la primera alumna en notarlo. Un artículo del The New York Times afirma que muchos recurren a sitios como Rate My Professors para acusar a sus profesores del uso indiscriminado de esta herramienta; lo que demuestra la preocupación del alumnado por dejar su educación en manos no de humanos, sino de máquinas.

Adicionalmente, en Estados Unidos, esta encuesta muestra que el año pasado el 18 % del cuerpo docente se denominan usuarios frecuentes de la IA generativa; sin embargo, este año se volvió a aplicar el instrumento y hubo un incremento de casi el doble del porcentaje estimado. No es sorpresa que los números vayan aumentando con el tiempo, principalmente cuando herramientas de IA generativa ya están por todas partes, por lo que tiene sentido que el uso de la IA esté siendo adoptado y normalizado por cada vez más personas, y con el tiempo podrían sumarse más.

Lo que primeramente fue una preocupación, que los estudiantes utilizaran estos sistemas sin criterio ahora se ve desde la perspectiva opuesta: que buscan aprender de maestros humanos legítimos y no de máquinas, no solamente porque muchos están pagando grandes sumas de dinero por estudiar en determinadas instituciones; sino también porque estos buscan desarrollar las habilidades para navegar por un futuro laboral incierto.

Es frecuente que los estudiantes utilicen estas herramientas para realizar sus tareas, proyectos y exámenes. Muchos profesores pueden contar con medidas para contrarrestar su uso, como los detectores de IA. A pesar de ello, estos no son de fiar porque aunque sea evidente el uso de estas herramientas en las tareas, es difícil de comprobar o el procesador puede equivocarse y acusar al aprendiente del uso de IA cuando no es así. Esto puede ocasionar que se sientan hartos, desmotivados y, en casos extremos, hacer que dejen la docencia. No obstante, el mal uso de estas aplicaciones da a entender que el profesor no quiere brindar el tiempo que requieren sus alumnos y no desea involucrarse con ellos para otorgarles una educación de calidad.

Cabe remarcar que, también, confiar plenamente en las plataformas que manejan este tipo de tecnologías llega a ser contraproducente porque estos sistemas están tan saturados de información que pueden llegar a alucinar y arrojar resultados incorrectos y/o falsos. Asimismo, el uso incorrecto de este tipo de plataformas dice mucho acerca del profesor en sí, y puede hacer que el alumnado dude de sus conocimientos. Recordando el dicho: “Una acción habla más que mil palabras”, pongamos el ejemplo de un maestro de arte que muestra a sus estudiantes un dibujo digital hecho con IA. Al ser imágenes que tienen muchas inconsistencias y que son muchas veces fácil de distinguir, varios alumnos podrían notar que, efectivamente, no es un trabajo hecho por el profesor. Sería contradictorio e incoherente que un profesor que enseñe esta asignatura, especialmente cuando la industria del arte ha sufrido debido a la inteligencia artificial generativa, muestre a sus alumnos una pieza carente de imaginación, creatividad y sentimiento humano.

Dejar todo el trabajo a la IA generativa es un dilema ético grave que tiene repercusiones no solo en el futuro del cuerpo estudiantil, sino también se pueden ver afectadas las habilidades del docente para organizarse, instruir, planear, etc., así como dañar la reputación del mismo, y por ende, de la institución en la que laboran. Ahora bien, algunas malas prácticas en las que pueden verse involucrados los maestros pueden verse expresados en los siguientes ejemplos:

  • Dejar que la IA revise un texto completo a partir de la rúbrica del profesor, pero sin revisar o dejar que la misma de la retroalimentación.
  • Subir a plataformas de IA el trabajo del alumnado, donde existe el riesgo ético de que se puedan robar no solamente la propiedad intelectual de sus trabajos, sino también datos personales.
  • Utilizar textos generados a través de herramientas de IA para obtener y presentar información a las y los estudiantes sin verificar su veracidad.

Empero, como se ha dicho en múltiples ocasiones a lo largo de muchos artículos del Observatorio, no se trata de satanizar la IA generativas, sino de tratar de comprender y concientizarnos a nosotros mismos del uso correcto y las limitaciones de estas herramientas, especialmente cuando estas llegaron para quedarse. La interacción que tienen los profesores con sus alumnos es algo con lo que la IA no puede competir, ya que es durante el día a día (así como por el comportamiento y la personalidad del grupo estudiantil) que el docente puede conocer a sus alumnos, y así dar una retroalimentación más apegada a cada uno de ellos; algo que la IA no podrá hacer al leer un par de proyectos.

Los siguientes ejemplos son algunas maneras en las que las y los profesores pueden integrar eficientemente estas tecnologías dentro del aula:

  • Un maestro de matemáticas entrenó a un chatbot con sus conocimientos con el fin de ayudar a sus alumnos a responder preguntas frecuentes o sencillas con la finalidad de no repetir la misma información y que alumnos más introvertidos puedan acercarse a resolver sus dudas. De esta manera, este profesor también tendrá tiempo de enfocarse en aquellas preguntas más complejas y brindar a su grupo otra alternativa para ayudarlos con sus estudios.
  • Utilizar programas como Grammarly para que, más allá del contenido de algún proyecto o ensayo, se limite a detectar errores gramaticales o aquellos puntos de una rúbrica que sean sencillos de detectar para que el profesor pueda dedicar su tiempo a la revisión profunda y dar retroalimentación personalizada a cada estudiante.
  • Apoyarse en plataformas como Khan Academy, con el fin de conocer el nivel de conocimiento con respecto a un tema que tengan las y los estudiantes para de esta manera adaptar su plan de estudios al grupo o hasta crear un aprendizaje personalizado a cada alumno.

Es muy importante que al momento de utilizar herramientas de IA generativa, el docente manifieste explícitamente las maneras en que estas serán utilizadas. La transparencia del uso de estas plataformas con los alumnos ayudará a que no existan malentendidos y puedan comprender por qué los beneficiaría tanto a ellos como al profesor. 

Indistintamente de si eres docente o estudiante, es esencial que a pesar de que estas herramientas ya forman parte de nuestro día a día, la IA generativa se limite a ser una herramienta de apoyo; ya que las habilidades indispensables como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la toma de decisiones, entre otras, se verán afectadas. Es también responsabilidad de todos informarse acerca de las plataformas de IA a las que les confiamos nuestra información, así como ser conscientes del impacto ambiental que su uso tiene en nuestro planeta.

La IA generativa puede ayudarnos con algunas tareas para ahorrar tiempo y dejar espacio para aquellas actividades que requieran de nuestra atención, pero es necesario ser transparente, consciente y hacer una notable distinción entre las tareas que pueden hacer las IA y las que deben contar con atención, esfuerzo y esencia humana.

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